Mayka Merino: “El Cielo: un espacio de felicidad continua, la ausencia absoluta de dolor. Tiene que ser la leche”
"La enfermedad ha sido una bendición"
"El amor de mi vida: Cristo"
2 de mayo de 2009.- A plantarle cara a la enfermedad le han ayudado sus todavía aires de chula de la clase (a las monjas del colegio las tenía amargadas) y, sobre todo, su fe. El largo paso del cáncer por su vida le ha dejado el cuerpo mutilado, la boca llena de llagas, los huesos y las venas hechos polvo, y una sensación en las palmas de las manos y los pies como si se las hubiera quemado en aceite (ni siquiera puede tocar la guitarra por el dolor que le causan las cuerdas contra las yemas de los dedos). Con todo, no ha sido la enfermedad su única fuente de sufrimiento; ha habido otras de las que prefiere no hablar.
(Gonzalo Altozano / Alba)-¿Seguro que Dios aprieta, pero no ahoga?
-Eso es un refrán. Dios ni aprieta ni ahoga, lo que hace es dar a cada uno la medicina que necesita. A mí, que soy como soy (orgullosa, soberbia, vanidosa…), me ha mandado un cáncer.
-No me diga que está agradecida.
-La gente pensará “esta tía está de atar”, pero la enfermedad ha sido para mí una bendición.
-Una bendición dolorosísima, ¿no?
-Hay que aprender a vivir con el dolor, sirve para que cambiemos. A mí me ayuda a tener los pies en la tierra, porque si no, es que ni me entero.
-¿De verdad se siente afortunada?
-Más que afortunada, privilegiada. Es gracias a mi falta de salud, a otro tipo de problemas, a cosas que no puedo solucionar con mis puños, que dejo entrar a Cristo en mi vida.
-¿Cómo aguanta tanto sufrimiento?
-Encauzándolo. En vez de darme cabezazos contra la pared y decir “qué malo es Dios que permite que me pasen estas cosas”, lo ofrezco.
-¿Dios escribe derecho con renglones torcidos?
-Si ha querido que los últimos diez años yo los haya pasado entrando y saliendo del quirófano, Él sabrá por qué y para qué. El Señor tiene sus tiempos y no somos quiénes para decirle cómo tiene que administrarlos.
-Es de misa diaria, ¿por qué?
-Porque todos los días Dios tiene algo nuevo que decirnos. Y porque me gusta. Es como tener un amigo y querer ir a verle.
-¿Qué ha descubierto en su trato con Dios?
-A un amigo que me quiere de verdad, que se muere por mis huesitos.
-Las noches las pasa fatal, ¿no?
-Apenas duermo un par de horas, como mucho tres. Y el demonio aprovecha para probarme. Me dice: “¿De qué te sirve Dios? Mírate, eres un fracaso”.
-¿Usted qué hace?
-Voy a la estantería, saco la Biblia de Jerusalén y la abro al azar. Y siempre -¡pero siempre!- Él tiene algo que decirme.
-Un pasaje que le reconforte.
-”He encontrado el amor de mi vida, no lo dejaré jamás”. Es del Cantar de los Cantares.
-Otro.
-La curación del paralítico.
-¿Reza para un milagro?
-Ya no. Me he hecho a la idea de que éste será mi último verano.
-Entonces, ¿para qué reza?
-Para la conversión de gente a la que quiero.
-Es del Camino Neocatecumenal. ¿Qué ha aprendido allí?
-Que el Señor me quiere gratis, que no es lo mismo un pecado que dos, que la fe no la puedo vivir sola.
-¿Cómo la vive?
-En comunidad. Puedo pasar sin salud o sin dinero, pero no sin mis amigos, sin mis hermanos del Camino.
-Antes hablaba del amor de una vida. ¿Cuál es el suyo?
-Cristo.
-¿Y su meta?
-La Jerusalén celestial.
-¿Hace méritos por alcanzarla?
-No muchos, confío en la misericordia del Señor. Espero que Él me admita.
-¿Y si no?
-Ya intentaría yo camelármelo de alguna forma. Le diría: “Anda, por favor, piénsatelo, no me hagas esto”.
-¿Cómo se imagina el Cielo?
-Como un espacio de felicidad continua, como la ausencia absoluta de dolor. Tiene que ser la leche.
-¿A qué tiene miedo?
-Al sufrimiento físico, que cada vez será mayor y ya sin solución.
-¿No se acostumbra?
-Al dolor no te acostumbras nunca, es algo que se renueva todos los días.
-Y a la muerte, ¿le tiene miedo?
-¡Pero si es una liberación! A mis padres les digo: “Cuando me veáis en el ataúd, no lloréis; pensad que ya descanso, después de tantos años de lucha”. Estoy agotada.
-Comprenderá que lloren.
-Sé que les va a resultar duro, pero no quiero que lo hagan. Para un cristiano, la muerte no puede ser algo triste. Espero que mi funeral sea una fiesta.
-¿De verdad no tiene miedo a lo desconocido?
-¿Desconocido? Pero si sé quién estará esperándome al otro lado: un padre con corazón de madre que me dirá: “¡Qué ganas tenía de darte un achuchón!”.
2 de mayo de 2009.- A plantarle cara a la enfermedad le han ayudado sus todavía aires de chula de la clase (a las monjas del colegio las tenía amargadas) y, sobre todo, su fe. El largo paso del cáncer por su vida le ha dejado el cuerpo mutilado, la boca llena de llagas, los huesos y las venas hechos polvo, y una sensación en las palmas de las manos y los pies como si se las hubiera quemado en aceite (ni siquiera puede tocar la guitarra por el dolor que le causan las cuerdas contra las yemas de los dedos). Con todo, no ha sido la enfermedad su única fuente de sufrimiento; ha habido otras de las que prefiere no hablar.
(Gonzalo Altozano / Alba)-¿Seguro que Dios aprieta, pero no ahoga?
-Eso es un refrán. Dios ni aprieta ni ahoga, lo que hace es dar a cada uno la medicina que necesita. A mí, que soy como soy (orgullosa, soberbia, vanidosa…), me ha mandado un cáncer.
-No me diga que está agradecida.
-La gente pensará “esta tía está de atar”, pero la enfermedad ha sido para mí una bendición.
-Una bendición dolorosísima, ¿no?
-Hay que aprender a vivir con el dolor, sirve para que cambiemos. A mí me ayuda a tener los pies en la tierra, porque si no, es que ni me entero.
-¿De verdad se siente afortunada?
-Más que afortunada, privilegiada. Es gracias a mi falta de salud, a otro tipo de problemas, a cosas que no puedo solucionar con mis puños, que dejo entrar a Cristo en mi vida.
-¿Cómo aguanta tanto sufrimiento?
-Encauzándolo. En vez de darme cabezazos contra la pared y decir “qué malo es Dios que permite que me pasen estas cosas”, lo ofrezco.
-¿Dios escribe derecho con renglones torcidos?
-Si ha querido que los últimos diez años yo los haya pasado entrando y saliendo del quirófano, Él sabrá por qué y para qué. El Señor tiene sus tiempos y no somos quiénes para decirle cómo tiene que administrarlos.
-Es de misa diaria, ¿por qué?
-Porque todos los días Dios tiene algo nuevo que decirnos. Y porque me gusta. Es como tener un amigo y querer ir a verle.
-¿Qué ha descubierto en su trato con Dios?
-A un amigo que me quiere de verdad, que se muere por mis huesitos.
-Las noches las pasa fatal, ¿no?
-Apenas duermo un par de horas, como mucho tres. Y el demonio aprovecha para probarme. Me dice: “¿De qué te sirve Dios? Mírate, eres un fracaso”.
-¿Usted qué hace?
-Voy a la estantería, saco la Biblia de Jerusalén y la abro al azar. Y siempre -¡pero siempre!- Él tiene algo que decirme.
-Un pasaje que le reconforte.
-”He encontrado el amor de mi vida, no lo dejaré jamás”. Es del Cantar de los Cantares.
-Otro.
-La curación del paralítico.
-¿Reza para un milagro?
-Ya no. Me he hecho a la idea de que éste será mi último verano.
-Entonces, ¿para qué reza?
-Para la conversión de gente a la que quiero.
-Es del Camino Neocatecumenal. ¿Qué ha aprendido allí?
-Que el Señor me quiere gratis, que no es lo mismo un pecado que dos, que la fe no la puedo vivir sola.
-¿Cómo la vive?
-En comunidad. Puedo pasar sin salud o sin dinero, pero no sin mis amigos, sin mis hermanos del Camino.
-Antes hablaba del amor de una vida. ¿Cuál es el suyo?
-Cristo.
-¿Y su meta?
-La Jerusalén celestial.
-¿Hace méritos por alcanzarla?
-No muchos, confío en la misericordia del Señor. Espero que Él me admita.
-¿Y si no?
-Ya intentaría yo camelármelo de alguna forma. Le diría: “Anda, por favor, piénsatelo, no me hagas esto”.
-¿Cómo se imagina el Cielo?
-Como un espacio de felicidad continua, como la ausencia absoluta de dolor. Tiene que ser la leche.
-¿A qué tiene miedo?
-Al sufrimiento físico, que cada vez será mayor y ya sin solución.
-¿No se acostumbra?
-Al dolor no te acostumbras nunca, es algo que se renueva todos los días.
-Y a la muerte, ¿le tiene miedo?
-¡Pero si es una liberación! A mis padres les digo: “Cuando me veáis en el ataúd, no lloréis; pensad que ya descanso, después de tantos años de lucha”. Estoy agotada.
-Comprenderá que lloren.
-Sé que les va a resultar duro, pero no quiero que lo hagan. Para un cristiano, la muerte no puede ser algo triste. Espero que mi funeral sea una fiesta.
-¿De verdad no tiene miedo a lo desconocido?
-¿Desconocido? Pero si sé quién estará esperándome al otro lado: un padre con corazón de madre que me dirá: “¡Qué ganas tenía de darte un achuchón!”.
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*Esta entrevista fue publicada en ALBA en agosto de 2007. Mayka Merino murió el pasado verano del año 2008. Ya descansa en paz.
*Esta entrevista fue publicada en ALBA en agosto de 2007. Mayka Merino murió el pasado verano del año 2008. Ya descansa en paz.
¡Eso es un ejemplo de amor! Espero que Mayka esté a la vera del Señor y allí si pueda tocar su guitarra en eterna alabanza.
ResponderEliminarFelicidades Conchi en el Día de la Madre. Besos y que lo pase muy bien con esa linda familia que tienes.
Es maravilloso encontrar gente como ella.
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