* «Mi superhéroe preferido era un mutante azul, con cola y pendiente, bucanero con espada, de los X-Men. Su nombre es Rondador Nocturno, y era católico devoto, quizá el único católico devoto que protagoniza cómics. Era algo nuevo en mi experiencia hasta entonces: un católico enamorado de Dios y feliz por ello… Y me empecé a preguntar si había estado descolocada desde el principio. Ya me encantaba todo el ropaje de la Iglesia: los olores, las campanas, el arte y la música, la grandeza de los rituales, algo menos sorprendente dado mi similar amor por esos ropajes en el neopaganismo. Pero empecé a ver VERDAD en la apologética. Verdad dura, pero verdad. Los rituales y hechizos del Arte parecían baratos en comparación, meras sombras de la Verdad, y yo tenía hambre por algo real»
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