“Me sentí, casi consciente y físicamente, en la presencia de Dios. Vi pasar mi vida frente a mí, viéndola como si estuviera repasándola en la presencia de Dios después de la muerte. Vi todo lo que me agradaría y todo lo que me pesaría. Me dí cuenta, en un instante, que el significado y el propósito de mi vida era amar y servir a mi Señor y Dios. Vi cómo Su amor me rodeaba y me sostenía en cada momento de mi existencia”
23 de enero de 2013.- (Roy H. Schoeman / Primera Luz / Camino Católico) Crecí como judío en un barrio de clase media en la ciudad de New York, hijo de refugiados judíos que habían huido de Alemania a los inicios del régimen de Hitler. Mis padres eran activos en la congregación «conservadora» local, y por el promedio americano, tuve una educación judía bastante religiosa. Asistí a estudios de religión después de la escuela, desde el primer grado hasta que llegué a la universidad. Tuve un Bar Mitzvah, y frecuentemente, aunque no siempre, asistía a los servicios del Sabbath y a las fiestas religiosas judías. Leer más...
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