* “Tenía 15 años y dejé a mi novio. Sentía un vacío grande. El amor humano es hermoso, porque Dios lo ha bendecido, pero no era mi camino, porque aunque sea consagrada sigo siendo una mujer que ha encontrado la fuente del verdadero amor en Jesucristo. El amor que podemos brindarnos entre nosotros es finito, el amor de Dios es infinito y es el que sacia de verdad”
miércoles, 16 de marzo de 2016
Ana Margarita González quería ser modelo, le gustaba el deporte, pero Dios la llamaba y "decidí ser una monja de las que no salen"
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