* «Con los niños me di cuenta de que yo daba la catequesis, pero yo era la catequizada. Claramente. Pasaban muchas cosas en mi corazón. Tenía cada vez más sed y más anhelos de encontrar a Jesús, de conocerle mejor. Y, sobre todo, de compartir con los demás toda la alegría y todo el amor que Él ponía en mi corazón. Era esencial para mí compartir todo lo que Él me daba. Ese amor yo se lo transmitía a los niños. Y creo que también les transmitía mi sed de Jesús. Ese encuentro con Cristo ha cambiado mi vida, Él está cotidianamente en todo lo que hago. Pude librarme de los fardos que arrastraba. Me sanó de muchas cosas»
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