* «Había comenzado a aprender más profundamente cómo escuchar la voz del Señor, y no podía negar que me estaba invitando a considerar la vida religiosa nuevamente. Esta comprensión me dio tanta alegría que se convirtió en una fuente de paz. Entré en Santa Cecilia como postulante ese verano. Ahora, después de 14 años como hermana dominica, no puedo imaginar mi vida de otra manera. En su voluntad, al permitir que sus deseos sean nuestros, ¡está nuestra paz!»
No hay comentarios:
Publicar un comentario