* «Ahora todo tiene sentido, todo lo que hago tiene una dirección muy precisa, porque Dios me ha revelado a dónde debía ir en mi vida. Así que ya no tengo miedo, ya no tengo dudas. Sé dónde voy y sé qué hago. Ahora sirvo a Dios y vivo para servir a Dios, y eso me alegra porque lo que hago tiene sentido y es algo bueno. Sé que estoy en el buen camino y que hago el bien tanto a mí como a los demás. Ahora Jesús es mi Dios. Es mi maestro, porque me enseña y me guía y me revela lo que debo hacer. Es también un hermano con quien hablo. Y un amigo a quien me confío»
Camino Católico.- La relación de Kevin con Dios cuando era pequeño no era precisamente esperanzadora. «No creía mucho, ponía a Dios a prueba», reconoce ahora: «Rezaba pidiendo: ‘Dios, si existes, que aparezca una caja de juguetes en mi cuarto’. Y me dormía. Al día siguiente, como no había caja de juguetes, yo era ateo».
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