* «Cuando me llamaron me arrodillé aquí en mi casa y pedí. Aún hoy, recuerdo la fuerza y la fe con la que pedí por la salud de mi hijo, que la Virgen intercediera por él y no me permitiera perder a mi hijo. Me levanté y cuando me iba me dio una sensación tan buena, un alivio. Los médicos lo evaluaron y dijeron que no caminaría, que no apoyaría su cuello, que no hablaría, que tendríamos que hacer fisioterapia para brindarle una vida cómoda. Pero mi esposo y yo siempre dijimos que iba a hacer todo lo que hacía antes. Todo lo que se pensó en hacer por él funcionó. Empezó a hablar: mami, papi. Le enseñamos a caminar, como cuando era un bebé. Ocurrió un milagro y todos los médicos y amigos están ahí para demostrar que realmente fue un milagro»
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