* «Conviene vivir fuertemente agarrados: una mano en la del cónyuge para sujetarle, ser sostenido o caminar juntos –según la circunstancia–, y otra mano cogiendo fuerte la de Jesús, que Él siempre sostiene y tira para arriba. la vocación al matrimonio está en el mundo para que el mundo vea cómo quiere Dios»
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