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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Página web de Escuchar la Voz del Señor

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viernes, 18 de marzo de 2022

A Gray la falta de amor en el hogar y no creer le abocaron a beber, la pornografía y el esoterismo, pero en una web conoció a la Virgen y le transformó tanto que va a bautizarse

 


* «Aunque no creía, me puse completamente en manos de Dios y dije: ‘Si hay alguien en el Cielo, si hay un Dios, ayúdame, haz algo por mí. Ya no puedo más. Veo que mi vida no va bien, haga lo que haga. ¡Ayúdame, si estás ahí!’ Y, a los pocos días, entorno a Navidad, entré en un sitio web, aconsejado por una amiga que me dijo: “Ora”. Al entrar en él, me encontré con una imagen de la Virgen. Me puse a llorar. Eran lágrimas de alegría en las que la llamaba ‘Madre’, lo que me transformó interiormente por completo. Recibí un amor que no sabría expresar. Todo se me hizo claro en ese mismo momento. Supe que tenía que confiarle todo a ella. Y le confié mi vida entera, lo dejé todo en sus manos. Le pedí ayuda y le hablé. De mi boca salieron ellas solas, sin reflexionar, estas palabras: ‘¡Madre mía, sálvame, libérame!’»

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