* «Aunque no creía, me puse completamente en manos de Dios y dije: ‘Si hay alguien en el Cielo, si hay un Dios, ayúdame, haz algo por mí. Ya no puedo más. Veo que mi vida no va bien, haga lo que haga. ¡Ayúdame, si estás ahí!’ Y, a los pocos días, entorno a Navidad, entré en un sitio web, aconsejado por una amiga que me dijo: “Ora”. Al entrar en él, me encontré con una imagen de la Virgen. Me puse a llorar. Eran lágrimas de alegría en las que la llamaba ‘Madre’, lo que me transformó interiormente por completo. Recibí un amor que no sabría expresar. Todo se me hizo claro en ese mismo momento. Supe que tenía que confiarle todo a ella. Y le confié mi vida entera, lo dejé todo en sus manos. Le pedí ayuda y le hablé. De mi boca salieron ellas solas, sin reflexionar, estas palabras: ‘¡Madre mía, sálvame, libérame!’»
No hay comentarios:
Publicar un comentario