* «Ese día llegué a un acuerdo con el Señor. “Le dije: ‘Si, creo. Sí, me he hecho católica’. Nuestro Padre es Padre de todos: es una inspiración espiritual, del corazón, es el Dios hecho Hombre que viene constantemente a protegernos. Y es cierto que allí, de repente, una figura paterna me protegió. Y ahí, estaba totalmente en la aceptación de que un hombre me protege, algo que nunca podría haber aceptado antes. Sigo teniendo problemas y ahora se los entrego al Señor. Le digo: ‘Sola no puedo. Necesito que me ayudes. Vamos a hacer esto mano a mano’. Y luego veo el resultado: de repente, un apaciguamiento en mi interior, un bienestar… ¡y al final otra vez un enfado, y digo que no lo conseguiremos! Pero lo conseguimos, encontramos una solución. Sinceramente, creo que no estamos solos. El Cielo nos ayuda, esto es una certeza. No pienso dar marcha atrás: el Señor existe y está ahí, no hay duda»
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