Anielska ha tenido que hacer un largo camino vital y espiritual para descubrir su vocación / Foto: Marta Leon @MartaLenMartin1
* «Un día fui al grupo de carismáticos en el Buen Pastor. Éramos tres y yo me senté en medio. Nada más llegar uno de los sacerdotes se acercó por detrás, me puso una mano en el hombro y me dijo: “Entrégale tu corazón al Señor. No le entregues las llaves de tu corazón a nadie más que al Señor”. Se marchó por donde había venido y a las otras no les dijo nada. Por dentro me enfadé un poco y pensé: ¿Qué significa esto? Yo ya le estoy dando mi corazón al Señor. Y repetía todo el rato en mi cabeza: ¿Qué es lo que quieres de mí? Dame una señal clara porque no alcanzo a entender… dime algo. Hago todo lo que puedo y parece que no es suficiente… DIME LO QUE QUIERES. Pasé toda la noche con esto en la cabeza, inquieta y sin poder dormir. Ya por la mañana me dormí pero cuando sonó el despertador lo que me vino a la cabeza fue: “Carmelitas descalzas”. Me sonaba que eran monjas pero no sabía nada más. Interpreto que lo que el Señor quiere es que sea monja… Así que me quedo contenta y aliviada de tener una respuesta. Lo que entiendo es que el Señor quiere que me consagre y entregue mi vida entera»
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