* «Cuando dije en mi familia que era cristiano, fue una locura, muy estresante. Todo el mundo en mi familia se mofaba de mí. Me decían si era una broma, que Jesús no era el verdadero Dios. Yo respondía que no, que Jesús sí era el verdadero Dios. Mi familia se enfadó conmigo y dejó de hablarme. Hasta pasados uno o dos años, no volví a tener contacto con ellos. Años antes, mi madre se había marchado a Inglaterra para buscar una nueva vida, y se había convertido al cristianismo, pero yo no lo sabía, me enteré cuando llegué a Europa. Entonces ya sabía que Jesús era el verdadero Dios»
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