* «Orando hay que ser auténtico, sin disimulo, sin caritas, sin reservas: mi alma desnuda, con sus defectos y sus heridas. Con las frustraciones, humillaciones sufridas, inseguridades, renuncias, antiguas culpas no reconocidas y viejas heridas no cerradas. Y esto «duele», sin duda, puesto que supone liberarnos de la imagen que hemos creado de nosotros mismos. Vernos a nosotros mismos en nuestra verdad desnuda exige tener el valor de llegar a lo más genuino, sin concesiones ni paliativos. Pero es un auténtico bálsamo para el alma y un torrente de luz para orientar su propia vida. Merece la pena todo el esfuerzo porque encontrarnos personalmente con Cristo implica entrar en la dinámica de una relación de amor, aprender a mirarnos a nosotros mismos con los mismos ojos con los que nos mira Jesús, llenos de amor incondicional»
Mª Ángeles Almacellas habla en el vídeo sobre el contenido de su libro ‘No creo, pero busco la verdad. Tras las huellas de Teresa de Jesús’
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