* «Durante 13 años de ser católica, he sido bien atendida por Dios en cuanto a la fe y a los aspectos humanos. Para mí, seguir a Dios es una gracia y un regalo invaluable, que no se puede adquirir con dinero. No es solo oír y ver, sino tocar a Dios, como en la historia de Job en las Escrituras. Todos los acontecimientos son regalos y todo lo que aprendo en cada situación lo acojo para crecer. Sin el coraje de aceptar lo que nos sucede y aprender, no tendremos experiencia personal de cuál es la voluntad de Dios para cada uno. La oración y el silencio son mis armas y mi fuerza para superar los retos y obstáculos. Mirando hacia Dios, estoy en paz y feliz y me siento amada. Veo que el cristianismo es la religión del amor y de las personas que se aman. La fuerza de nuestra fe es el amor y si perdemos el sabor del amor, perdemos el carácter de nuestra religión. Es este amor el que me impresiona»
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