* «En el momento en que dije ‘María’, todo se detuvo y volvió a la normalidad. A pesar de que sabía muy poco acerca de María, simplemente pronunciar su nombre fue suficiente para liberarme de una fuerza invisible que no podía resistir… Fue un punto de inflexión importante en mi vida universitaria, y las personas que me conocieron dirán que había dos versiones de mí: la que era antes de esta experiencia y la que era después. Agradezco a Dios, a María y, aunque el demonio jugó su carta, fue la Virgen María quien se convirtió en una verdadera y buena madre para mí, y ahí es cuando nuestra relación realmente comenzó»
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