* «En un retiro tuve una repentina ola de amor, abrumadora. No importaba en qué cosa pensara, todo lo que experimentaba era amor hacia esa cosa. Recuerdo que en ese momento pensé en Cristo. Era la primera vez en mi vida que pensaba en Cristo y experimentaba amor. Tuve un afecto inmediato hacia Cristo. Posteriormente me confesé y, honestamente, desde ese momento nunca más he tenido un problema con la Iglesia. Es como si Dios hubiera sacado todos los obstáculos. Fue un momento clave. Empecé a ver que la Iglesia Católica no era lo que yo antes pensaba, no había visto antes su corazón, lo que de verdad ofrecía»