miércoles, 11 de febrero de 2015
Los niños de la cueva del Malecón de Santo Domingo...al límite de la indigencia, atendidos por jóvenes del Movimiento Obrero Católico
sábado, 25 de junio de 2011
Rachel Muha: Matan a su hijo, pero ella les perdona, les da un rosario, les enseña a rezarlo y crea una ONG para chicos de la calle
* Ahora combate infatigablemente el crimen con becas y devoción a la Divina Misericordia
* Da mensajes cara a cara a los dos asesinos de su hijo:
-“Después de esta vida, Nathan, cada uno de nosotros irá al cielo o al infierno. Mientras estés en la tierra puedes elegir. ¡Elige el cielo, Nathan! Rezo por ti. Dios te bendiga, Nathan"
-“Terrell tu vida puede ser más vacía, más triste y más solitaria de lo que ha sido, pero no tiene por qué ser así. Depende de ti. Vuélvete hacia Dios, Terrell, y puedes tener una vida feliz, incluso en prisión".
25 de junio de 2011.- Sonó un teléfono un lunes por la tarde en mayo de 1999. “Señora Muha, soy el detective Lelless de la Policía de Steubenville. Su hijo Brian ha desaparecido", dijo la voz. Brian tenía 18 años, vivía con su amigo Aaron y empezaban a estudiar en la famosa Universidad Franciscana de Steubenville. Era un chico generoso que participaba en varios voluntariados y había rechazado una beca parcial de la Universidad para que beneficiase a gente más necesitada. Leer más...
miércoles, 10 de junio de 2009
10 de junio de 2009.-Samar Sahhar procede de una familia cristiana de Palestina. Sus padres iniciaron un pequeño proyecto para acoger a los niños huérfanos de la zona de Betania en los años 70, proyecto que hoy ha crecido y se ha convertido en la gran esperanza para niños y niñas palestinos sin hogar.
(A. Llamas Palacios / Alfa y Omega) «Nuestra historia en Betania empieza el 1 de mayo de 1971». Éste es el comienzo de un relato que nos lleva hasta Oriente Medio. No son Las Mil y una Noches, aunque también en esta historia suceden cosas extraordinarias.
Un paso más, con niñas
Construir allí también les costó lo suyo, pero lo cierto es que hoy hay dos grandes edificios: una residencia para huérfanos, donde ya viven unos 800 chicos, y un gran colegio. Sin embargo, había un paso más que dar, y ni a Samar ni a sus padres se les escapaba. Lo dio Samar hace 12 años: «Nos sentíamos culpables porque aceptábamos a los chicos y rechazábamos a las chicas, pues la cultura árabe no permite que niños y niñas puedan estar viviendo juntos. Así que alquilé un piso, y comencé un proyecto para mujeres y para niñas».
En el caso de las mujeres, se trataba de una urgencia social que Samar veía claramente que había que abordar. En Palestina hay un buen número de mujeres que viven en prisión sin haber cometido ningún delito a los ojos de la justicia, pero sí a los ojos de sus familias, o de otras personas. Son mujeres que han sufrido abusos, o que han deshonrado a su familia de alguna manera: su vida corre peligro, y como no tienen ningún lugar a dónde ir, acaban en prisión como única manera de protegerlas. Samar puso en marcha el primer proyecto en Palestina para acoger a este tipo de mujeres: «Tenía muchas llamadas de los Servicios Sociales para acoger y ayudar a estas mujeres. Fui poco a poco acogiéndolas, y les daba trabajo en el hogar de los niños. No está bien visto que se ayude a estas mujeres que han deshonrado a su familia, o que no se han comportado de acuerdo a las costumbres morales. Pero yo siento que el Señor me pide esto, no los seres humanos, así que, si no es bien aceptado, no me preocupa. Yo digo: Si las personas me dais permiso, muy bien. Pero si no me lo dais, da igual, yo tengo el permiso de Dios, y eso es lo único que me importa. No voy a dejar de ayudar a estas mujeres, pase lo que pase».
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miércoles, 27 de mayo de 2009
Así renovamos nuestro Sí a Dios, con nuestras pobrezas, con nuestras debilidades, pero con mucha, mucha fe, y decidimos quedarnos en Brasil. Dios hizo el milagro: Paola quedó embarazada y nació Francesco, después nació Stefano, luego Tommaso, Filippo, Lorenzo, Giovanni Paolo... bastó un sí pequeño, pequeño. . . y Él lo transformó en tanta, tanta vida. Es un sí, que se debe renovar todos los días con un gesto de la voluntad. Lo quiero, Jesús, quiero ser bueno hoy, quiero amar a quien me has puesto al lado: la esposa, el marido, la suegra, los hijos. Este es el prójimo que debemos amar. Y la cosa más linda del mundo es que cuando uno dice Sí, Dios te da la fuerza de ser fiel a ese sí para siempre.
Escuchen qué nos sucedió en estos días: con nosotros en la misiónde la Comunidad Cenáculo, viven sesenta niños de la calle, y entre ellos hay seis hermanitos, entre los tres y los diez años, que tienen un pasado muy triste.
Habían sufrido mucho a causa de los padres, y unas semanas antes de Pascua nos comunicaron desde el juzgado que serían dados en adopción. Dentro de mi corazón nació el deseo de darles nosotros una familia a estos seis niños, pero no lo hablé con Paola porque tenía un poco de temor de proponerle una cosa de esta magnitud. Entonces le escribí a Madre Elvira de la Comunidad Cenáculo pidiéndole si había alguna familia italiana que quisiese adoptarlos a todos juntos. Paola tuvo el mismo deseo, pero tampoco ella me dijo nada: entre tanto personalmente pedíamos a Jesús en la oración , sin saberlo , la misma cosa: "Jesús, si Tú nos consideras una familia adecuada y capaz de educar a estos seis niños, aparte de nuestros seis, contá con nosotros, pero debes confirmárnoslo Tú a través de la Comunidad Cenáculo y Madre Elvira". En estos once años Madre Elvira nunca nos pidió adoptar un niño. Estos seis niños serían dados en adopción en seis familias distintas.
Cuando comenzamos a prepararlos para la posible adopción, les dijimos: “Es posible que dentro de poco, vayan por un tiempo uno a una familia, otro en otra…”, ellos comenzaron a llorar y a decir: “No nos abandones tío, no nos abandones”.
Están muy unidos porque el lazo fraterno es el único que les ha quedado, y por eso se ha fortificado. Desde Italia llegó la respuesta diciéndonos que no había ninguno que quisiese adoptarlos a los seis, pidiéndonos de buscar a alguien en Brasil.
Una de nuestras misioneras “Anna”, preocupada escribió a Italia, a las fraternidades de la Comunidad Cenáculo pidiendo oración para que se cumpla un milagro y alguien los adoptase a todos juntos. ¡Muchos han rezado por estos niños!
El día de Pascua nos levantamos y el primer e-mail era de padre Stefano, que nos decía: “Desde que nos han comunicado el sufrimiento por los seis hermanitos, rezando por esta situación, siento que debo decirles esto: ¿y si fuesen ustedes esta familia que adopta a los seis niños? Si se convierten en hijos vuestros… serán hijos también nuestros. Lo he hablado con Elvira y ella me dijo de comunicárselos con alegría. Pero siéntanse libres, tienen ya seis hijos, son responsables de otros sesenta niños…”. Imprimí el e-mail, y fui corriendo a Paola, nos miramos a los ojos conmovidos y ella me dijo: “Estaba pidiéndole esto a la Virgen”.
En ese momento supimos que los dos le pedíamos a Jesús lo mismo. De ahí en adelante todo anduvo viento en popa: a veces hay muchos obstáculos para adoptar niños, se necesitan años para cerrar todos los trámites legales. Yo fui al juez, que conoce bien nuestra institución y nos estima, y le dije: “Estamos disponibles nosotros y queremos adoptar estos niños”. Él y las asistentes sociales quedaron muy asombrados por esto. Saben que nosotros no ganamos dinero, como todos los misioneros de la Comunidad Cenáculo, pero sabe la seriedad de nuestra Obra…
Para hacerla breve, en dos semanas nosotros obtuvimos la adopción de los niños: ¡ahora son nuestros hijos! Viven con nosotros y es algo maravilloso. (Toda la familia se puede ver en la fotografia primera de este testimonio, arriba a la izquierda)
Teníamos una única duda: tenemos seis hijos, si adoptamos otros seis, tal vez descuidemos los nuestros. En cambio estamos experimentando lo contrario: el amor, más se entrega, más se recibe, es la única cosa en el mundo que dividiendo se multiplica. Nunca nos habíamos sentido tan en paz, tenemos doce niños vivaces en casa, y muchas veces nos parece que Jesús nos lleva en brazos. Pensé en la tristeza de nuestros países, donde nadie quiere tener más hijos , porque son considerados un costo y un peso. Es una gran verdad que el egoísmo mata la vida y que el amor la revitaliza multiplicando fuerzas, energías y alegrías.
Los sentimos hijos nuestros e hijos de la Comunidad Cenáculo.
Maurizio, Paola y los 12 apóstoles…
…¡Esperamos!