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miércoles, 11 de febrero de 2015

Los niños de la cueva del Malecón de Santo Domingo...al límite de la indigencia, atendidos por jóvenes del Movimiento Obrero Católico

11 de febrero de 2015.- (Movimiento Obrero CatólicoCamino CatólicoEl Movimiento Obrero Católico fue fundado en 1933 por Peter Maurin y Dorothy Day en la Ciudad de Nueva York para implementar enseñanzas sobre el Evangelio y la Doctrina de la Iglesia, especialmente a la luz de las Cartas Encíclicas. En esta ocasión nos presentan un dramático video que muestra la dura realidad de niños que viven al margen de la sociedad en el Malecón de Santo Domingo en la República Dominicana.

sábado, 25 de junio de 2011

Rachel Muha: Matan a su hijo, pero ella les perdona, les da un rosario, les enseña a rezarlo y crea una ONG para chicos de la calle

* Ahora combate infatigablemente el crimen con becas y devoción a la Divina Misericordia

* Da mensajes cara a cara a los dos asesinos de su hijo:

-“Después de esta vida, Nathan, cada uno de nosotros irá al cielo o al infierno. Mientras estés en la tierra puedes elegir. ¡Elige el cielo, Nathan! Rezo por ti. Dios te bendiga, Nathan"

-“Terrell tu vida puede ser más vacía, más triste y más solitaria de lo que ha sido, pero no tiene por qué ser así. Depende de ti. Vuélvete hacia Dios, Terrell, y puedes tener una vida feliz, incluso en prisión".

25 de junio de 2011.- Sonó un teléfono un lunes por la tarde en mayo de 1999. “Señora Muha, soy el detective Lelless de la Policía de Steubenville. Su hijo Brian ha desaparecido", dijo la voz. Brian tenía 18 años, vivía con su amigo Aaron y empezaban a estudiar en la famosa Universidad Franciscana de Steubenville. Era un chico generoso que participaba en varios voluntariados y había rechazado una beca parcial de la Universidad para que beneficiase a gente más necesitada. Leer más...

miércoles, 10 de junio de 2009

Una sola familia cambió la vida de cientos de huérfanos en Palestina: un hogar, en la Tierra de Jesús
10 de junio de 2009.-Samar Sahhar procede de una familia cristiana de Palestina. Sus padres iniciaron un pequeño proyecto para acoger a los niños huérfanos de la zona de Betania en los años 70, proyecto que hoy ha crecido y se ha convertido en la gran esperanza para niños y niñas palestinos sin hogar.

(A. Llamas Palacios / Alfa y Omega) «Nuestra historia en Betania empieza el 1 de mayo de 1971». Éste es el comienzo de un relato que nos lleva hasta Oriente Medio. No son Las Mil y una Noches, aunque también en esta historia suceden cosas extraordinarias.

Samar, en el centro, con algunas de las niñas del Hogar Lázaro de Betania, y una trabajadora del mismo

Samar Sahhar vive en Betania, territorio palestino, y allí lleva a cabo una labor que comenzaron sus padres, de los pocos cristianos del lugar, hace ahora 38 años, cuando llegaron desde Jerusalén, y se encontraron con una población destrozada.
La zona estaba llena de huérfanos, abandonados en las calles, y los padres de Samar decidieron acomodar una habitación para acoger a 10 niños. En poco tiempo, el pequeño proyecto fue aumentando, y cada vez llegaban más niños enviados por los Servicios Sociales. En esta tierra, bendecida por Dios y castigada por los hombres, ni siquiera comprar una parcela es cosa sencilla para una familia cristiana, aplastante minoría. La tierra en territorios palestinos pasa de padres a hijos, por tradición, y se cuidan muy mucho de que otra cultura y religión se haga con un terreno. Quien posee la tierra allí posee muchas cosas, muchas más que en otros lugares del mundo. Por eso, conseguir una parcela, para Samar y sus padres, fue como un milagro. Mucho más cuando vieron que en el registro de la propiedad había unas palabras escritas en árabe: Tierra de Jesús. En este caso, la parcela se encontraba colindando a un convento ortodoxo, donde la tradición decía que Jesús había estado con Marta y María de Betania.

Un paso más, con niñas

Construir allí también les costó lo suyo, pero lo cierto es que hoy hay dos grandes edificios: una residencia para huérfanos, donde ya viven unos 800 chicos, y un gran colegio. Sin embargo, había un paso más que dar, y ni a Samar ni a sus padres se les escapaba. Lo dio Samar hace 12 años: «Nos sentíamos culpables porque aceptábamos a los chicos y rechazábamos a las chicas, pues la cultura árabe no permite que niños y niñas puedan estar viviendo juntos. Así que alquilé un piso, y comencé un proyecto para mujeres y para niñas».

En el caso de las mujeres, se trataba de una urgencia social que Samar veía claramente que había que abordar. En Palestina hay un buen número de mujeres que viven en prisión sin haber cometido ningún delito a los ojos de la justicia, pero sí a los ojos de sus familias, o de otras personas. Son mujeres que han sufrido abusos, o que han deshonrado a su familia de alguna manera: su vida corre peligro, y como no tienen ningún lugar a dónde ir, acaban en prisión como única manera de protegerlas. Samar puso en marcha el primer proyecto en Palestina para acoger a este tipo de mujeres: «Tenía muchas llamadas de los Servicios Sociales para acoger y ayudar a estas mujeres. Fui poco a poco acogiéndolas, y les daba trabajo en el hogar de los niños. No está bien visto que se ayude a estas mujeres que han deshonrado a su familia, o que no se han comportado de acuerdo a las costumbres morales. Pero yo siento que el Señor me pide esto, no los seres humanos, así que, si no es bien aceptado, no me preocupa. Yo digo: Si las personas me dais permiso, muy bien. Pero si no me lo dais, da igual, yo tengo el permiso de Dios, y eso es lo único que me importa. No voy a dejar de ayudar a estas mujeres, pase lo que pase».

La historia de las niñas no es menos espeluznante. Samar creó el Hogar Lázaro para niñas, a imitación del orfanato para niños que habían creado sus padres. Allí viven niñas ilegítimas (no reconocidas), procedentes de divorcios (cuando los padres se casan por tercera vez, los niños anteriores no entran en el nuevo matrimonio), o abandonadas.

Las historias están llenas de dolor, como la de la última niña que ha entrado en el hogar. «Tiene tres años -explica- y fue encontrada por la policía abandonada en medio de la carretera, el pasado mes de noviembre. Habían abusado de ella, la habían maltratado. Es el ángel más bonito que he visto nunca, no se puede creer cómo hay gente que pueda hacer esto a los niños -dice Samar, emocionada-. Gracias a Dios fue salvada, pues podía haber sido asesinada, podía haber sido arrollada por un coche, si no fuera porque estaba en manos del Señor».
Respecto al Hogar Lázaro, Samar dice tener dos objetivos muy claros para las niñas: «El primero es la educación. Hay un dicho árabe que dice: Quien educa a una madre, educa a una nación. Creo que la educación es la llave para el futuro, y el hecho de que estas niñas hayan sido maltratadas, no significa que sean menos inteligentes. Tengo la esperanza de que la próxima Presidenta de Palestina sea una de estas niñas -dice muy seria-. El otro objetivo es que vivan en un hogar. No quiero crear para ellas una institución más. Ya hay suficiente tristeza en este mundo. Quiero crear un hogar, donde vivan en familia».

No son los cuentos de Las Mil y una Noches, pero la historia tiene lugar en Oriente, y desde luego que la realidad del amor y la voluntad movida por la fe supera con creces la ficción.

Más información

La ONG Construyendo Puentes está en contacto directo con Samar Sahhar. Pueden encontrar más información en http://www.construyendopuentes.org , o en el teléfono: 915358442.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Paola y Mauricio: De la esterilidad a la fertilidad biológica después de comprometerse con los niños de la calle de Brasil
27 de mayo de 2009.- (Comunidad Cenáculo) Cuando Paola y yo vinimos a Brasil, no podíamos tener hijos. Paola quedaba embarazada, pero al tercer o cuarto mes, nuestro hijo se iba al Paraíso... En cierto momento hicimos un gesto de fe. Hacía un año que estábamos en Brasil, con diez niños de la calle y pensamos: tal vez es un gesto de egoísmo pensar en querer un hijo nuestro, éstos son nuestros hijos y si nosotros volvemos a Italia. . . ¡los abandonamos!

Así renovamos nuestro Sí a Dios, con nuestras pobrezas, con nuestras debilidades, pero con mucha, mucha fe, y decidimos quedarnos en Brasil. Dios hizo el milagro: Paola quedó embarazada y nació Francesco, después nació Stefano, luego Tommaso, Filippo, Lorenzo, Giovanni Paolo... bastó un sí pequeño, pequeño. . . y Él lo transformó en tanta, tanta vida. Es un sí, que se debe renovar todos los días con un gesto de la voluntad. Lo quiero, Jesús, quiero ser bueno hoy, quiero amar a quien me has puesto al lado: la esposa, el marido, la suegra, los hijos. Este es el prójimo que debemos amar. Y la cosa más linda del mundo es que cuando uno dice Sí, Dios te da la fuerza de ser fiel a ese sí para siempre.

Escuchen qué nos sucedió en estos días: con nosotros en la misiónde la Comunidad Cenáculo, viven sesenta niños de la calle, y entre ellos hay seis hermanitos, entre los tres y los diez años, que tienen un pasado muy triste.

Habían sufrido mucho a causa de los padres, y unas semanas antes de Pascua nos comunicaron desde el juzgado que serían dados en adopción. Dentro de mi corazón nació el deseo de darles nosotros una familia a estos seis niños, pero no lo hablé con Paola porque tenía un poco de temor de proponerle una cosa de esta magnitud. Entonces le escribí a Madre Elvira de la Comunidad Cenáculo pidiéndole si había alguna familia italiana que quisiese adoptarlos a todos juntos. Paola tuvo el mismo deseo, pero tampoco ella me dijo nada: entre tanto personalmente pedíamos a Jesús en la oración , sin saberlo , la misma cosa: "Jesús, si Tú nos consideras una familia adecuada y capaz de educar a estos seis niños, aparte de nuestros seis, contá con nosotros, pero debes confirmárnoslo Tú a través de la Comunidad Cenáculo y Madre Elvira". En estos once años Madre Elvira nunca nos pidió adoptar un niño. Estos seis niños serían dados en adopción en seis familias distintas.

Cuando comenzamos a prepararlos para la posible adopción, les dijimos: “Es posible que dentro de poco, vayan por un tiempo uno a una familia, otro en otra…”, ellos comenzaron a llorar y a decir: “No nos abandones tío, no nos abandones”.

Están muy unidos porque el lazo fraterno es el único que les ha quedado, y por eso se ha fortificado. Desde Italia llegó la respuesta diciéndonos que no había ninguno que quisiese adoptarlos a los seis, pidiéndonos de buscar a alguien en Brasil.

Una de nuestras misioneras “Anna”, preocupada escribió a Italia, a las fraternidades de la Comunidad Cenáculo pidiendo oración para que se cumpla un milagro y alguien los adoptase a todos juntos. ¡Muchos han rezado por estos niños!

El día de Pascua nos levantamos y el primer e-mail era de padre Stefano, que nos decía: “Desde que nos han comunicado el sufrimiento por los seis hermanitos, rezando por esta situación, siento que debo decirles esto: ¿y si fuesen ustedes esta familia que adopta a los seis niños? Si se convierten en hijos vuestros… serán hijos también nuestros. Lo he hablado con Elvira y ella me dijo de comunicárselos con alegría. Pero siéntanse libres, tienen ya seis hijos, son responsables de otros sesenta niños…”. Imprimí el e-mail, y fui corriendo a Paola, nos miramos a los ojos conmovidos y ella me dijo: “Estaba pidiéndole esto a la Virgen”.

En ese momento supimos que los dos le pedíamos a Jesús lo mismo. De ahí en adelante todo anduvo viento en popa: a veces hay muchos obstáculos para adoptar niños, se necesitan años para cerrar todos los trámites legales. Yo fui al juez, que conoce bien nuestra institución y nos estima, y le dije: “Estamos disponibles nosotros y queremos adoptar estos niños”. Él y las asistentes sociales quedaron muy asombrados por esto. Saben que nosotros no ganamos dinero, como todos los misioneros de la Comunidad Cenáculo, pero sabe la seriedad de nuestra Obra…

Para hacerla breve, en dos semanas nosotros obtuvimos la adopción de los niños: ¡ahora son nuestros hijos! Viven con nosotros y es algo maravilloso. (Toda la familia se puede ver en la fotografia primera de este testimonio, arriba a la izquierda)

Teníamos una única duda: tenemos seis hijos, si adoptamos otros seis, tal vez descuidemos los nuestros. En cambio estamos experimentando lo contrario: el amor, más se entrega, más se recibe, es la única cosa en el mundo que dividiendo se multiplica. Nunca nos habíamos sentido tan en paz, tenemos doce niños vivaces en casa, y muchas veces nos parece que Jesús nos lleva en brazos. Pensé en la tristeza de nuestros países, donde nadie quiere tener más hijos , porque son considerados un costo y un peso. Es una gran verdad que el egoísmo mata la vida y que el amor la revitaliza multiplicando fuerzas, energías y alegrías.

Los sentimos hijos nuestros e hijos de la Comunidad Cenáculo.

Maurizio, Paola y los 12 apóstoles…

…¡Esperamos!
Para comunicar con la Comunidad Cenáculo en Brasil:
cenacolo.mogi@itelefonica.com.br Tel ++55 - 114 721 7413