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martes, 4 de noviembre de 2025

Palabra de Vida 4/11/2025: «Sal por los caminos y senderos» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 4 de noviembre de 2025, martes de la 31ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 14, 15-24:

En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:

«¡Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!».

Jesús le contestó:

«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados:

“Venid, que ya está preparado”.

Pero todos a una empezaron a excusarse.

El primero le dijo:

“He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”.

Otro dijo:

“He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”.

Otro dijo:

“Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir”.

El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado:

“Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.

El criado dijo:

“Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”.

Entonces el señor dijo al criado:

“Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se llene mi casa”.

Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete».

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 4-11-2025

4 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

San Carlos Borromeo fue un verdadero modelo de pastor según el corazón de Cristo / Por P. Carlos García Malo

 


lunes, 3 de noviembre de 2025

Homilía del P. Carmelo Donoso y lecturas de la Misa de hoy, lunes, san Martín de Porres, 3-11-2025

3 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) Homilía del P. Carmelo Donoso y lecturas de la Santa Misa de hoy, lunes de la 31ª semana del Tiempo Ordinario, san Martín de Porres, religioso, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, lunes, san Martín de Porres, 3-11-2025

3 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, lunes de la 31ª semana del Tiempo Ordinario, san Martín de Porres, religioso, presidida por el P. Carmelo Donoso, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Misterios Gozosos del Santo Rosario, desde el Santuario de Lourdes, 3-11-2025

3 de noviembre de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, lunes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero. 

Palabra de Vida 3/11/2025: «No invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 3 de noviembre de 2025, lunes de la 31ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 14, 12-14:

En aquel tiempo, Jesús dijo a uno de los principales fariseos que lo había invitado:

«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 3-11-2025

3 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Oraciones a San Martín de Porres ante necesidades apremiantes

Camino Católico.-  Cada 3 de noviembre, la Iglesia Católica celebra a San Martín de Porres, fraile dominico del siglo XVI, “el santo de la escoba”, llamado así por su oficio de portero y barrendero del convento en el que vivió.

Martín dio testimonio de humildad y sencillez en una época en la que el origen o el color de piel definían cómo se trataba a una persona. Son precisamente las virtudes mencionadas las que dejaron en evidencia en qué reside la libertad y la grandeza de un ser humano.

“Yo te curo y Dios te sana”, solía decir fray Martín, cada vez que atendía a algún enfermo. Martín fue un “mulato” -antigua denominación para los nacidos de padre blanco y madre negra, o viceversa-, admitido en calidad de “donado” por la Orden de Predicadores (dominicos), a causa de su condición de hijo ilegítimo. Se santificó, entre otras cosas, realizando los servicios más humildes, y también cuidando a enfermos y menesterosos.

San Martín de Porres -o de Porras- fue nombrado pertinentemente por el Papa San Juan XXIII como “Santo Patrono de la Justicia Social” y “Patrón Universal de la Paz” tras los peores momentos del siglo XX, en tiempos marcados por las consecuencias de las guerras y la violencia.

San Martín nació en Lima (Virreinato del Perú) en 1579. Su nombre completo fue Juan Martín de Porres Velázquez, hijo de un noble español de origen burgalés, don Juan de Porras, y una mujer de raza negra liberta, doña Ana Velázquez, natural de Panamá.

Desde niño, Martín dio muestras de tener un corazón solidario y sensible frente al sufrimiento de la gente. Solía manifestar su preocupación por quienes estaban enfermos o vivían en pobreza. Aprendió el oficio de barbero y algunos rudimentos de medicina, cercanos a lo que haría hoy un ‘herborista’. A los quince años pidió ser admitido en la Orden de Santo Domingo de Guzmán, a la que ingresó como hermano terciario, ya que era hijo ilegítimo y no tenía mayor educación.

Ya en el convento, trabajó como enfermero. Empezó a hacerse conocido por su amabilidad en el trato, sin hacer diferencias entre pobres y ricos, ni entre blancos, negros o indios. Atendía a quien se presentase en la enfermería con el mismo cuidado y esmero. Martín se ganó así el cariño de todos, y aunque inicialmente hubo reservas contra él entre los frailes, dado su origen “ilegítimo”, en 1603, hizo su profesión religiosa.


Con la ayuda de Dios, el santo hizo numerosos milagros, especialmente curaciones de males y enfermedades. Martín jamás se atribuyó portento alguno, por el contrario, recordaba constantemente que él solo era un siervo, y que quien devolvía la salud era Dios -de ahí su hermoso lema, “yo te curo y Dios te sana”-.

Enfermos desahuciados se reponían al solo contacto con sus manos o incluso con su sola presencia. Otros milagros también acontecieron por intercesión de Martín: hubo quienes lo vieron entrar y salir del convento, o de otros recintos, cuando se sabía que el fraile estaba en su celda, o cuando las puertas estaban trancadas. Otros aseguraban haberlo visto en dos lugares distintos a la misma vez (bilocación). Martín atendía a enfermos y menesterosos a tiempo y destiempo, y Dios le concedió el poder de hacer milagros y prodigios.

Martín había querido ser misionero, y todo indica que Dios le dio el don de la bilocación. Existen abundantes testimonios de que apareció en lugares inhóspitos -hablaba de las misiones en China o Japón como quien estuvo de veras allí-. Lo sorprendente fue que misioneros de aquellos lugares atestiguaron haberlo visto curar enfermos y acompañarlos en momentos difíciles, dándoles ánimo y rezando con ellos.

San Martín de Porres fue amigo muy cercano de otro santo dominico, nacido en España, pero afincado en la capital del virreinato del Perú, San Juan Macías. También se sabe que conoció y colaboró con Santa Rosa de Lima.

La situación de abandono moral en la que se encontraba mucha gente en Lima hizo que Martín se preocupara por ellos. Con la ayuda de algunos personajes acaudalados, entre los que estaba el virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Martín reunía dinero con el que asistía a personas sin techo, enfermos y limosneros. Mientras tanto, en el convento dominico de la ciudad, cumplía con sus horas de servicio en la portería y haciendo los turnos de limpieza. Se dice que le bastaban tres horas de sueño por las tardes, porque por la noche se mantenía en vela, en oración frente al Señor.

Los moribundos, de cualquier clase social (o “casta” término empleado en la época), pedían que venga el santo hermano Martín a acompañarlos a bien morir, a lo que él nunca se rehusó. La ciudad entera entonces se encontró en determinado momento rendida a la humildad, el carisma y la caridad que irradiaba San Martín.

Incluso, el virrey Fernández, al enterarse de que su buen amigo Fray Martín estaba muy enfermo y parecía morir, quiso visitarlo en su lecho de muerte y besar su mano, pidiéndole que lo cuide desde el cielo.

San Martín de Porres partió a la Casa del Padre el 3 de noviembre de 1639, en compañía orante de sus hermanos dominicos. El santo entregó el alma a Dios después de besar el crucifijo.

San Martín de Porres ha sido generalmente representado con una escoba en mano, símbolo de su humilde servicio. La tradición, por otro lado, hace referencia no solo a su sencillez sino a la paz que irradiaba con su presencia.

Martín unió a los dominicos, unió a la ciudad de Lima, acercó culturas milenarias, vinculó razas -como se suele decir en Perú: “Hizo comer de un solo plato a perro, pericote (i.e. ratón) y gato”-. Por ello, San Juan XXIII exclamó: “¡Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos lo feliz y maravilloso que es seguir los pasos y obedecer los mandatos divinos de Cristo!” (Homilía de la misa de canonización de San Martín de Porres, 1962).

En estos momentos marcados por sangrientos conflictos internacionales, te pedimos, San Martín de Porres que intercedas por la paz entre los hombres.

Invoquemos la intercesión de San Martín de Porres ante una necesidad apremiante con las siguientes oraciones:

Oración 

En esta necesidad y pena que me agobia acudo a ti, mi protector San Martín de Porres.

Quiero sentir tu poderosa intercesión. Tú, que viviste sólo para Dios y para tus hermanos, que tan solícito fuiste en socorrer a los necesitados, escucha a quienes admiramos tus virtudes.

Confío en tu poderoso valimiento para que, intercediendo ante el Dios de bondad, me sean perdonados mis pecados y me vea libre de males y desgracias.

Alcánzame tu espíritu de caridad y servicio para que amorosamente te sirva entregado a mis hermanos y a hacer el bien.

Padre celestial, por los méritos de tu fiel siervo San Martín, ayúdame en mis problemas y no permitas que quede confundida mi esperanza.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Oraciones en vídeo 



San Martín de Porres, que tu ejemplo de paciencia, fe y bondad ilumine nuestro día a día / Por P. Carlos García Malo

 


domingo, 2 de noviembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 2-11-2025: «Si caminamos en la caridad Dios nos reunirá con nuestros seres queridos, nuestra vida será una oración que nos une a los difuntos, nos acerca a ellos, en la espera de la vida eterna»


 * «Y este puerto final, el banquete alrededor del cual el Señor nos reunirá, será un encuentro de amor. Por amor, Dios nos ha creado, en el amor de su Hijo, nos salva de la muerte, en la alegría del amor junto a Él y a nuestros seres queridos, quiere hacernos vivir para siempre. Precisamente por esto, nosotros caminamos hacia la meta y la anticipamos, en un vínculo invencible con aquellos que nos han precedido, sólo cuando vivimos en el amor y practicamos el amor los unos con los otros, en particular con los más frágiles y los más pobres»

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Miremos a Cristo resucitado y pensemos en nuestros seres queridos difuntos como envueltos por su luz; dejemos resonar en nosotros la promesa de vida eterna que el Señor nos dirige. Él eliminará la muerte para siempre. Él la ha vencido para siempre abriendo un paso de vida eterna —es decir, haciendo Pascua— en el túnel de la muerte, para que, unidos a Él, también nosotros podamos entrar en él y atravesarlo. Él nos espera y, cuando lo encontremos, al final de esta vida terrena, gozaremos con Él y con nuestros seres queridos que nos han precedido. Que esta promesa nos sostenga, enjugue nuestras lágrimas, dirija nuestra mirada hacia adelante, hacia la esperanza futura que no declina» 

 


2 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) En su homilía de la Misa de conmemoración de los fieles difuntos, el Papa León XIV ha recordado que la esperanza y la caridad nos unen a los seres queridos fallecidos y nos abren el camino hacia la vida eterna en Cristo: “La caridad vence la muerte. En la caridad Dios nos reunirá junto a nuestros seres queridos. Y, si caminamos en la caridad, nuestra vida será una oración que se eleva y nos une a los difuntos, nos acerca a ellos, en la espera de encontrarlos nuevamente en la alegría eterna”.



La tarde de este domingo, el Papa León XIV ha celebrado la Misa de conmemoración de todos los fieles difuntos a la entrada del Cementerio del Verano, en Roma, ante unos dos mil fieles, a quienes ha dicho que esta esperanza no es un consuelo ilusorio frente al dolor, sino la certeza fundada en la resurrección de Jesús: “Él es el punto de llegada de nuestro caminar. Sin su amor, el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido”. 





Recuerda que el Resucitado nos conduce a casa, donde somos esperados, amados y salvados: “Esta “esperanza futura” anima nuestro recuerdo y nuestra oración en este día. No es una ilusión que sirve para aplacar el dolor por la separación de las personas amadas, ni un simple optimismo humano. Es la esperanza fundada en la resurrección de Jesús, que ha vencido la muerte y ha abierto también para nosotros el paso hacia la plenitud de la vida.” En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:



CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Cementerio del Verano, Roma

Domingo, 2 de noviembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Nos hemos reunido en este lugar para celebrar la conmemoración de todos los fieles difuntos, en particular de los que están sepultados aquí y, con especial afecto, de nuestros seres queridos. En el día de la muerte ellos nos han dejado, pero los llevamos siempre con nosotros en la memoria del corazón. Y cada día, en todo lo que vivimos, esta memoria está viva. Muchas veces hay algo que nos hace recordarlos, imágenes que nos llevan a los momentos que vivimos con ellos. Muchos lugares, incluso los perfumes de nuestras casas nos hablan de aquellos que hemos amado y que nos han dejado, y tienen encendido en nosotros su recuerdo.

Hoy, sin embargo, no estamos aquí sólo para conmemorar a los que han pasado de este mundo al otro. La fe cristiana, fundada sobre la Pascua de Cristo, nos ayuda a vivir la memoria más que como un recuerdo del pasado, como una esperanza futura. No es tanto un volverse hacia atrás, sino más bien un mirar hacia adelante, hacia la meta de nuestro camino, hacia el puerto seguro que Dios nos ha prometido, hacia la fiesta sin fin que nos aguarda. Allí, en medio del Señor Resucitado y de nuestros seres queridos, gustaremos la alegría del banquete eterno: «En aquel día —hemos escuchado en la lectura del profeta Isaías—, el Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos […]. Destruirá la Muerte para siempre» (Is 25,6.8).

Esta “esperanza futura” anima nuestro recuerdo y nuestra oración en este día. No es una ilusión que sirve para aplacar el dolor por la separación de las personas amadas, ni un simple optimismo humano. Es la esperanza fundada en la resurrección de Jesús, que ha vencido la muerte y ha abierto también para nosotros el paso hacia la plenitud de la vida. Él —como recordé en una reciente catequesis— es «el punto de llegada de nuestro caminar. Sin su amor, el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido. […] El Resucitado garantiza la llegada, nos conduce a casa, donde somos esperados, amados, salvados» (Catequesis, 15 octubre 2025).

Y este puerto final, el banquete alrededor del cual el Señor nos reunirá, será un encuentro de amor. Por amor, Dios nos ha creado, en el amor de su Hijo, nos salva de la muerte, en la alegría del amor junto a Él y a nuestros seres queridos, quiere hacernos vivir para siempre. Precisamente por esto, nosotros caminamos hacia la meta y la anticipamos, en un vínculo invencible con aquellos que nos han precedido, sólo cuando vivimos en el amor y practicamos el amor los unos con los otros, en particular con los más frágiles y los más pobres. Jesús nos invita a hacerlo con estas palabras: «porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver» (Mt 25,35-36).

La caridad vence la muerte. En la caridad Dios nos reunirá junto a nuestros seres queridos. Y, si caminamos en la caridad, nuestra vida será una oración que se eleva y nos une a los difuntos, nos acerca a ellos, en la espera de encontrarlos nuevamente en la alegría eterna.

Queridos hermanos y hermanas, mientras el dolor por la ausencia de quien no está ya con nosotros permanece impreso en nuestro corazón, confiémonos en la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5); miremos a Cristo resucitado y pensemos en nuestros seres queridos difuntos como envueltos por su luz; dejemos resonar en nosotros la promesa de vida eterna que el Señor nos dirige. Él eliminará la muerte para siempre. Él la ha vencido para siempre abriendo un paso de vida eterna —es decir, haciendo Pascua— en el túnel de la muerte, para que, unidos a Él, también nosotros podamos entrar en él y atravesarlo.

Él nos espera y, cuando lo encontremos, al final de esta vida terrena, gozaremos con Él y con nuestros seres queridos que nos han precedido. Que esta promesa nos sostenga, enjugue nuestras lágrimas, dirija nuestra mirada hacia adelante, hacia la esperanza futura que no declina.

PAPA LEÓN XIV


Fotos: Vatican Media, 2-11-2025