«Creo, pero ayuda mi falta de fe»
En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: -«¿De qué discutís?»
Uno le contestó: -«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina os dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, no han sido capaces.»
Él les contestó: -« ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuando os tendré que soportar? Traédmelo.»
Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: -«¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»
Contestó él: -«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. »
Jesús replicó: -«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.»
Entonces el padre del muchacho gritó: -«Creo, pero ayuda mi falta de fe»
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: -«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él. »
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto.
Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: -«¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»
El les respondió: -«Esta especie sólo puede salir con oración.
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