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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Paula Andrea García vivió un Pentecostés en la JMJ de Sydney, se hizo misionera laica a tiempo completo y ahora siente la llamada a formar una familia y evangelizar


“Dar sin esperar remuneración es uno de los dones más grandes que el Señor nos regala”
18 de septiembre de 2013.-(Vida Nueva / Camino Católico)  Cuando regresó de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Sydney, en el 2008, Paula Andrea García experimentó un nuevo Pentecostés en su vida. “Dentro de mí todo había cambiado y sentía que lo único que quería era servir, y que otros encontraran la plenitud y el sentido de la vida con una mirada de esperanza, fe y caridad”. Era el mes de agosto de ese año y aún resonaba el lema de aquella Jornada: “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos” (Hch 1,8). A sus 29 años Paula, que vivía con su familia en el barrio El Polo en Bogotá, estaba buscando respuestas y sobre todo un sentido de plenitud que no había encontrado en lo que ella denomina “satisfacciones temporales”.

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