“Había un profesor de matemáticas que era una persona entregada a Cristo. Predicaba en plena sala y hablaba de las maravillas que había obrado el Señor en su vida y familia, nunca me enteré si era católico pero definitivamente en él obraba el Espíritu Santo. Un día nuestro profesor nos llevó a un restaurante en el que nos dio una cátedra sobre valores que nos dejó impresionados a todos. Me sentí tan identificado con lo que él decía que decidí imitarlo, seguir sus consejos de vida. No estaba seguro de seguir a Cristo totalmente en ese momento, pero decidí imitar a mi profesor, fue solo el primero paso hacia una vida en Cristo”
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*COMENTARIO:* Padre, ¿no hay palabras de más consuelo para esa pregunta de
la tristeza?
*RESPUESTA MÍA:* La respuesta es que Dios es la alegría y la f...
Hace 2 meses
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