“Recordémoslo siempre: la fuerza de la Iglesia no vive en sí misma y en su capacidad organizativa, pero se esconde en las aguas profundas de Dios. En estas aguas se agitan nuestros deseos y los deseos ensanchan el corazón, como decía san Agustín: rezar para desear y desear para ensanchar el corazón”
viernes, 3 de enero de 2014
Papa Francisco en homilía a los Jesuitas: «El evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor, como Pedro Fabro»
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