«Día tras día, veía unos programas que hablaban de aquel catolicismo que tanto interesaba a mi madre, y los comentaba o los volvía a ver de nuevo con Arne. Jamás habíamos oído hablar de la infinita misericordia de Dios y del amor de un Dios que está muy cerca de nosotros: del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la Trinidad que vive en nuestra alma. El Dios que nos habían presentado hasta entonces era muy lejano. También conocimos entonces la doctrina del Purgatorio»

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