“El Espíritu Santo, a pesar de todo, quedará siempre el Dios escondido, también si logramos conocer los efectos. Él es como el viento: no se sabe de dónde viene y adónde va, pero se ven los efectos cuando pasa. Es como la luz que ilumina todo lo que está delante, quedando esa escondida. Por esto es la persona menos conocida y amada de los Tres, a pesar de que sea el Amor en persona. Nos resulta más fácil pensar en el Padre y en el Hijo como “personas”, pero es más difícil para el Espíritu”
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