“Me volví hacia el Señor diciéndole: «Si tengo que morir así, de una manera violenta, hágase tu voluntad». En ese instante sentí una sensación de calidez, de amor infinito y de repente recordé las palabras del Evangelio: «Sed prudentes como serpientes y puros como palomas». Entonces se me ocurrió hacerle una falsa promesa, y le dije que me casaría con él”

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