* «Hubo mucho trabajo que el Señor tuvo que hacer. Lo primero de lo que el Señor comenzó a hablarme no fue el aborto, fue mi relación con mi esposo. Mi vida necesitaba una rehabilitación total. Una cita del Génesis me tocó de tal manera que fue ahí cuando me convertí en plenamente provida. Era la siguiente: ‘Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo Él al hombre’ (Gn 9, 6)»
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