Paolo Rossi junto a su esposa Federica Cappelletti / FOTO CUENTA DE INSTAGRAM DE CAPPELLETTIFEDERICA |
* «Desde muy joven frecuenté la iglesia: fui monaguillo en mi pueblo, Santa Lucía, localidad de Prato, y la parroquia era el principal lugar de reunión. ¿Creerías que descubrí la pasión por el fútbol ahí mismo: a los 10 años. Jugaba en el equipo que organizó Don Sandro? De hecho, crecí entre los sacerdotes y era casi natural tener la curiosidad de saber cómo era un seminario: qué hacían, cómo eran las jornadas. No tenía vocación al sacerdocio pero quise tener una pequeña experiencia, digámoslo así, dictada por la simpatía que sentía hacia ese mundo. Es así que estuve en seminario durante una semana, pero rápidamente me di cuenta de que no era lo mío»
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