* «En el Tabor, decía un antiguo autor, Cristo ‘transfiguró en su imagen la creación entera’. Al celebrar esta fiesta en el corazón de las vacaciones de verano, en las que todos buscan un renovado contacto con la naturaleza, desearía insistir sobre este punto. No basta con abrir los ojos del cuerpo; es necesario abrir también los del alma. Los tres apóstoles habían pasado mucho tiempo con Jesús, pero habían visto sólo las apariencias, la humanidad; aquel día sus ojos se abrieron. Así ocurre con la presencia de Dios en la creación. Vivimos en medio de ella, pero raramente reconocemos ahí la gloria de Dios, de la que ‘los cielos y la tierra están llenos’. Pensamos sólo en utilizarla en nuestro beneficio, en disfrutar de las cosas. Es un universo para nosotros opaco, no transparente. Esto es lo que la Escritura llama ‘necedad de los hombres’ (Sb 13, 1 ss.). Las vacaciones de verano son una ocasión para poner remedio a esta necedad»
No hay comentarios:
Publicar un comentario