* «Es la Eucaristía la que me nutre. Al comer su Palabra, su Cuerpo y su Sangre me lleno de Él; si le abro la puerta y le dejo entrar, se introduce en mis entrañas, nutre mi sangre y regenera mi cuerpo; es decir, me cristifica. Por la gracia de la Eucaristía principalmente, me podré entregar sin reservas a mi esposa; podré formar un solo cuerpo con ella y ofrecer mi sufrimiento y su grave deterioro por los demás, por los alejados, por los que sufren…»
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