* «Desde mi adolescencia he sentido la llamada del Señor a consagrarme a Él, pero no sabía cómo, pues ninguna forma de vida consagrada ni carisma que conociese coincidía exactamente con aquello que yo vivía, sentía y deseaba realizar. Adorando al Señor, mi enamoramiento alcanzó el punto más alto de mis posibilidades humanas y el deseo de responder a su amor con el don total de mi ser se convirtió en una necesidad de mi alma. El pilar principal en el que se fundamenta mi fe y que sostiene mi vida es el amor de Dios. El amor de un Dios vivo que mora en mí y que me llama a vivir con Él para siempre. El sentirme hija amada de mi Padre, esposa de Cristo, mi único y verdadero amor, Señor y Salvador y templo del Espíritu Santo. Junto al amor de Dios su Palabra, su misericordia infinita, las Sagradas Escrituras, de una manera muy especial la Eucaristía, el Sacramento de la Reconciliación, la adoración y la alabanza, la oración de la Iglesia, la caridad y su Madre, la Virgen María»
No hay comentarios:
Publicar un comentario