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sábado, 12 de julio de 2025

Alejandra Quintana: «Soy virgen consagrada y estoy llamada a orar por cada cristiano, siendo un signo; que el que me mire, vea a Cristo; si no empiezo un día alimentándome de Él, el día no tiene sentido»


Alejandra Quintana es la primera virgen consagrada de Salta (Argentina) / Foto: Cortesía Alejandra Quintana

* «Las vírgenes consagradas no hacemos votos. Hacemos un propósito. En mi consagración dije: Padre, recibe mi propósito de castidad perfecta, mi determinación de seguir a Cristo… A veces creo que nos pasamos la vida buscando, cuando Dios está ahí, al lado nuestro. Simplemente tenemos que hacer silencio y dejar que Dios nos encuentre. Háblale a Dios, pero también escúchalo. A veces hablamos mucho y no escuchamos nada. Somos muy hijitos para eso. Tenemos que callarnos y dejar que Dios hable. Él nos va a indicar el camino» 

Camino Católico.- Alejandra Quintana tiene 45 años, vive en Salta (Argentina) y es profesora de educación física. Sin embargo, desde muy joven, su corazón perseguía un anhelo mayor: ser de Cristo. En abril de este año, su rostro circuló por los medios locales, al convertirse en la primera virgen consagrada de su provincia. 

Los comentarios en las redes sociales no tardaron en llegar, muchos desde el desconocimiento. Es que, aunque se trata de una forma de vida consagrada muy antigua, no es tan conocida como la vida sacerdotal o religiosa.

“Yo soy una mujer seglar que decide seguir a Cristo al servicio de la Iglesia. Por medio de este propósito y de la oración consecratoria me convierto en una persona sagrada, en la esposa de Cristo. Soy como la esposa de Cristo, espiritualmente hablando”, dice a  ACI Prensa.

Alejandra no pertenece a una congregación religiosa. No vive en comunidad ni usa hábito. Vive en su casa, trabaja como docente en una escuela pública y reza todos los días por la Iglesia. Su consagración fue un acto público ante el obispo, mediante el cual asumió vivir en virginidad perpetua por amor a Cristo.

Alejandra Quintana es la primera virgen consagrada de Salta (Argentina) / Foto: Cortesía Alejandra Quintana

“Las vírgenes consagradas no hacemos votos. Hacemos un propósito. En mi consagración dije: Padre, recibe mi propósito de castidad perfecta, mi determinación de seguir a Cristo”.

El Catecismo de la Iglesia Católica explica que "desde los tiempos apostólicos", el Señor llama a las vírgenes "para consagrarse a Él enteramente con una libertad mayor de corazón, de cuerpo y de espíritu".

Por ello, estas mujeres toman "la decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad o de castidad perpetua 'a causa del Reino de los cielos'".

"Formulando el propósito santo de seguir más de cerca a Cristo, las vírgenes son consagradas a Dios por el obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la Iglesia", señala el Catecismo en el numeral 923. Estas mujeres pueden vivir solas o en comunidad.

“Sentí que debía orar por los sacerdotes”

Su historia de fe empezó en Cerrillos, su pueblo natal, 12 kilómetros al sur de la ciudad de Salta. Allí creció en una familia católica, en la que compartían la Misa cada domingo.

“Rezaba el rosario todos los días. Tenía una tía que vivía con nosotros, Evelia. Con ella aprendí a rezarlo. Por ella soy muy devota de la Virgen del Carmen, y me consagré a María a los 15 años”, un 16 de julio de 1995, recuerda.

Dos años después, leyó el libro Historia de un alma, de Santa Teresita del Niño Jesús, y experimentó un movimiento interior: “Sentí que mi llamado era a orar por los sacerdotes. Y desde ese día rezo por cada sacerdote”.

Alejandra Quintana con miembros de su comunidad  / Foto: Cortesía Alejandra Quintana

Dos opciones para servir a Dios

En aquel tiempo, Alejandra pensaba que la única forma de vida consagrada era el convento. Pero al enfermar su madre, tuvo que tomar una decisión: “Tuve que elegir entre la salud de mi madre e irme a un convento. Y yo elegí quedarme con mi mamá a cuidarla, porque sentía que Dios también estaba ahí, sirviéndole en mi mamá”.

A los 27 años, se consagró de manera privada, sin saber que poco tiempo después, tras la muerte de su madre y su abuela, comenzaría en su vida una nueva etapa.

El “zapatito de Cenicienta” 

Pasaron los años, y en 2018, durante unos ejercicios ignacianos, Alejandra volvió a sentir que Dios la seguía llamando: “Sentí que el Señor me pedía un pasito más: ser fecunda. Pero no teniendo un hijo. Era algo más fuerte”.

Intentando responder a ese llamado, buscó comunidades, carismas, grupos de laicos consagrados, pero “ninguna coincidía… Como el zapatito de Cenicienta”, relata. Fue así que, investigando en internet, encontró a las Vírgenes Consagradas y “el zapatito hizo clic”, afirma.

“Vos seguí caminando”: el largo camino hasta la consagración

Luego de una etapa de formación, llegó el momento de acercarse a hablar con el Arzobispo de Salta, Mons. Mario Cargnello, lo que para ella, que creció en un ambiente muy clericalista, era “too much” (demasiado). Sin embargo, “un día estaba ahí, hablando con él de esto”.

Alejandra Quintana con sus compañeras / Foto: Cortesía Alejandra Quintana

Desde aquella primera charla hasta su consagración, Alejandra tuvo que esperar seis años. “Según mi formación, yo ya estaba lista, pero la diócesis no estaba preparada. Había que allanar el camino”, explica.

Durante ese tiempo, continuó su formación, dirección espiritual y hasta realizó un psicodiagnóstico, al igual que los seminaristas antes de convertirse en sacerdotes, porque se trata de una decisión con mucho peso: “No es que hoy me consagré y mañana veo si me gusta. Es un camino que elijo de hoy para siempre”, resume.

“Que el que me vea, vea a Cristo”

Alejandra subraya que el llamado de una virgen consagrada no se refleja tanto en la acción, sino que su vocación tiene que ver con “ser signo”.

“No es que vamos a ser las ministras o las encargadas de la celebración. Estamos llamadas a velar por cada cristiano, a orar por cada cristiano, siendo un signo. Que el que me mire, no me vea a mí, sino a Cristo”, repite con convicción. “Que yo disminuya, como dijo San Juan, para que tú crezcas”, sintetiza.

Un día en la vida de una virgen consagrada

“El día empieza después que termina mi oración. No salgo de mi casa sin rezar, sin hacer mi lectio divina, mis laudes. Si no empiezo un día alimentándome de Él, el día no tiene sentido”, asegura.

Además de la oración personal, asiste diariamente a Misa, reza el Rosario y acude a alguna lectura espiritual. Su versículo bíblico favorito es: “Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los aliviaré”. Y su guía, una frase de Santa Teresa de Ávila: “Sólo Dios basta”.                                                         

Entre los desafíos del día a día, señala que “el obstáculo principal es el pedestal en el que la gente te pone. Yo siempre pido: ‘Bájenme, que tan alto me voy a marear’”.  

Por otro lado, la exigencia de estar siempre disponible: “No puedo estar 24/7 para todos. También necesito estar con mi Esposo. Si no me alimento de Él, no puedo hacer que Cristo crezca en mí”, sostiene.

Alejandra Quintana / Foto: Cortesía Alejandra Quintana

Un consejo a las jóvenes: “Deja que Dios te hable”

A quienes sienten inquietud por una entrega más profunda, Alejandra les comparte una reflexión personal: “A veces creo que nos pasamos la vida buscando, cuando Dios está ahí, al lado nuestro. Simplemente tenemos que hacer silencio y dejar que Dios nos encuentre”.

“Háblale a Dios, pero también escúchalo. A veces hablamos mucho y no escuchamos nada. Somos muy hijitos para eso”, reconoce. “Tenemos que callarnos y dejar que Dios hable. Él nos va a indicar el camino”.

“No puedo respirar si no sigo este camino”

En su propia experiencia, Alejandra también tuvo miedo. Pero “cuando pensaba en otras posibilidades, otras formas de vivir y de estar con Cristo, me faltaba el aire”.

Eso le dio la certeza que necesitaba: “No puedo respirar si no sigo este camino. Donde a pesar de las dificultades, seguís respirando, es el camino en el que encontrarás la paz”.

jueves, 4 de abril de 2024

María Pagalday cambió su vida después de una hora santa en el huerto de Getsemaní y es virgen consagrada: «Le di el Sí al Señor para seguirle donde me pidiera»


* «Antes iba a misa los domingos y casi buscaba el cura que fuera más breve, pero después del viaje a Tierra Santa empecé a pensar en que si de verdad creo en Dios y en que Jesús se entregó por mí, no puedo dedicarle solo media hora a la semana y sin ningún fundamento. Terminé la carrera de Empresariales en Madrid y como quería saber más sobre la religión católica, regresé a San Sebastián y empecé a estudiar ciencias religiosas. Es un proceso muy lento y tus valores y prioridades van cambiando, pero de una forma natural. El primer cambio fue el ir a misa todos los días. Ahí comencé a darme cuenta de que no me interesaban las mismas cosas que antes. Empecé a ver que era una incoherencia ir a misa a diario y luego estar todo el día farra. Te va dejando de apetecer y compensar»

El vídeo del testimonio de María Pagalday en Mater Mundi TV

Camino Católico.- Ser joven en el escenario que la ha tocado vivir nunca ha sido un problema para ella. María Pagalday que se crió en una familia católica de las de toda la vida hoy forma parte del Orden de las Vírgenes Consagradas. Una vocación todavía poco conocida por muchas personas incluso del ámbito católico y que ni ella misma se esperaba. El Señor siempre tiene alguna sorpresa. El nombramiento como Virgen consagrada fue el primero de los últimos 40 años en Gipuzkoa y se produjo el 4 de noviembre de 2018. María Pagalday explica su testimonio de conversión en un video de Mater Mundi TV en el que explica el proceso hasta llegar a ser virgen consagrada y asegura: ”Ese día le di el Sí al Señor para seguirle donde me pidiera”.

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viernes, 9 de febrero de 2024

Pilar Trujillo, procuradora y virgen consagrada: «Cuando conocí a Jesucristo, su verdad, su mensaje, me atrajo y comprendí que mi vida iba a estar dedicada a Él»        

 


 «La primera y única vocación que he sentido en mi vida es pertenecer a Jesucristo. Descubrí que la plenitud de mi vida, de mi vocación, sentimientos y alma, estaba contenido aquí, en el orden de las vírgenes consagradas. Ser Virgen consagrada es una respuesta de amor a un amor recibido: una se siente totalmente amada por el Señor y responde de la misma manera, entregándose totalmente a ese  amor. Mi consagración al Señor viene de antes de ser virgen consagrada, cuando con 23 años tuve mi encuentro de corazón a corazón con Él. Las cosas que te ofrece este mundo, la sociedad, no saciaban mi corazón y sí lo hizo el conocer a Jesucristo» 

El vídeo del testimonio de Pilar Trujillo en el programa ‘Espejo Público’ de Antena 3

Camino Católico.- “Cuando conocí a Jesucristo, su verdad, su mensaje, me atrajo de una manera que me arrastró. Desde ese momento yo comprendí que mi vida iba a estar dedicada a Él” explica Pilar Trujillo en el programa ‘Espejo Público’ de Antena 3. Esta sevillana tiene 46 años, es procuradora y virgen consagrada desde el pasado 13 de enero de 2024 en que hizo sus promesas, en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, en una emotiva Eucaristía presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz. “Soy Feliz, por encima de todo. Ser esposa de Cristo es lo más maravilloso del mundo”, ha afirmado Pilar a ABC de Sevilla.

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jueves, 28 de diciembre de 2023

Montse Ricote, 46 años enferma, atea e iba a suicidarse: «Dije a Dios: `Si existes, dame una señal para seguir viviendo’. Me enamoré del Señor y soy Virgen Consagrada»

 


 «La consagración es la mejor decisión que he tomado. Llevo la alianza con la palabra Cristo dentro, me une con fuerza a Él. Después de haber renegado tanto, si esto de verdad sirve para ayudar a más gente, bendito sea, Señor, lo que me has mandado» 

Vídeo del testimonio de conversión de Montse Ricote en Mater Mundi

Camino Católico. Montse Ricote vivía enredada en un bucle de enfermedad y milagros desde que nació. A pesar de nacer y criarse en una familia cristiana, se posicionó como atea desde niña porque no entendió nunca el sentido de su sufrimiento, el sentido de vivir con lo que le había tocado. Empezó a pensar seriamente en el suicidio y le puso fecha. Eligió el 31 de mayo de 2016, como el día que pondría fin a su vida. Poco antes, el 27 de mayo, recuerda salir de su casa, como una «muerta viviente». «Era tal la rabia y el dolor que tenía dentro que, yendo por la calle, levanté el dedo y dije a Dios: `Si es verdad que existes, dame una señal de que vale la pena seguir viviendo, porque mejor que Tú nadie sabe lo que quiero hacer’», recuerda en su testimonio en Mater Mundi, en el que cuenta su conversión y como hoy es Virgen Consagrada.

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martes, 9 de agosto de 2022

Prachi Edlagan Shah, pediatra y virgen consagrada cisterciense: «Quiero ser el borde del manto de Cristo, estar unida a Él, libre en el mundo, ser pequeña y sin vanidad»

 


* «Cuando comencé a discernir esta vocación, descubrí la espiritualidad de los institutos seculares -o laicidad consagrada- en los que nos ofrecemos a Dios en una forma de vida plenamente consagrada, pero vivimos en el mundo, de manera reservada, vivimos como levadura en el mundo. Es vivir con el corazón de Dios, en el corazón del mundo. Me encantó y me sentí como en casa»

Camino Católico.- Prachi Edlagan Shah es pediatra. Soñaba con casarse y tener muchos hijos, pero Dios la ha querido toda para sí, en una consagración virginal según la Orden del Císter, pero continuando en el mundo. Su vocación fue puesta a prueba, no aceptada por su familia, especialmente por su padre. Durante años, Prachi vivió esta vocación particular en el secreto de su corazón, pero ahora finalmente ha sido revelada y proclamada como un camino hacia la santidad ordinaria y cuenta su testimonio en un vídeo del Christian Media Center:

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viernes, 8 de julio de 2022

Elisa Heredia, nueva virgen consagrada en Sevilla: «He entregado mi vida entera para vivir la esponsalidad con Cristo: vivir en Él, por Él y para Él, poseída por su amor»

 


* «Desde mi adolescencia he sentido la llamada del Señor a consagrarme a Él, pero no sabía cómo, pues ninguna forma de vida consagrada ni carisma que conociese coincidía exactamente con aquello que yo vivía, sentía y deseaba realizar. Adorando al Señor, mi enamoramiento alcanzó el punto más alto de mis posibilidades humanas y el deseo de responder a su amor con el don total de mi ser se convirtió en una necesidad de mi alma. El pilar principal en el que se fundamenta mi fe y que sostiene mi vida es el amor de Dios. El amor de un Dios vivo que mora en mí y que me llama a vivir con Él para siempre. El sentirme hija amada de mi Padre, esposa de Cristo, mi único y verdadero amor, Señor y Salvador y templo del Espíritu Santo. Junto al amor de Dios su Palabra, su misericordia infinita, las Sagradas Escrituras, de una manera muy especial la Eucaristía, el Sacramento de la Reconciliación, la adoración y la alabanza, la oración de la Iglesia, la caridad y su Madre, la Virgen María»

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martes, 8 de febrero de 2022

María Pagalday, virgen consagrada: «Dije: Señor, si quieres que me consagre a ti para hacer tu voluntad, así lo haré. Dime dónde me quieres. Por su misericordia, soy esposa de Cristo»

 


* «Una persona con la que coincidía diariamente en misa falleció de forma repentina. Era joven, no estaba enferma pero se había ido de un día para otro. Recuerdo que pensé: ella hoy se ha encontrado cara a cara con el Señor ¿cómo habrá sido ese encuentro? ¿Cómo sería el mío hoy? Y pensé que el Señor me miraría con todo su amor pero tendría un punto de tristeza, como con el joven rico que cumplía todos los mandamientos pero no quiso seguirle. Me reconocía en el joven rico porque yo también me estaba negando a seguirle. Me estaba haciendo una pregunta y yo no contestaba. Entonces le dije: Señor, sé que hay mil motivos por los que te entristeces al mirarme, pero este lo estoy reconociendo ahora y no quiero seguir escapando, me entrego a ti»

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jueves, 18 de marzo de 2021

Simi Sahu conoció a Cristo en un retiro, trabajaba en una gran empresa y es «virgen consagrada»: «Ardía de amor por el Señor y vivo en virginidad por el bien del Reino de Dios»


* «Me di cuenta de que toda vocación consagrada es muy particular. Así como una mujer llamada a casarse no puede simplemente casarse con cualquier hombre y tener cualquier tipo de familia, una mujer llamada a la vida consagrada no puede simplemente unirse a cualquier congregación; su llamada ya tiene sus propios contornos. Mi discernimiento no fue tanto lo que me gusta o no me gusta de la vida religiosa. Sentía que Dios me estaba guiando hacia otra cosa. La dirección espiritual, la vida cotidiana y los amigos cercanos en la fe también ayudaron al discernimiento Como mujer de 30 años me he encontrado con hombres buenos, santos y guapos. Después de salir un poco, supe que el matrimonio no era algo que quisiera perseguir. No es que no encuentre atractivos a los hombres o que carezca del deseo de tener hijos propios; es que hay algo más que deseo mucho más intensa e inmediatamente. La felicidad que esperaría del matrimonio ya me fue dada en Jesús a través de la oración. Tengo la posibilidad de ser ‘libre’ para dar más de mí»

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