* «Y a las 8 de la noche puedo decir que fue mi conversión, porque llegó el sacerdote con el Santísimo, y yo ni siquiera sabía qué era el Santísimo; habían apagado las luces y yo veía que sólo iluminaban una bolita blanca y que la gente se hincaba; así que, pensando que era una dinámica, pues también me hinqué. La gente levantaba las manos, y yo, como borrego, también las levantaba, pero sin saber nada… Y yo, sorprendido, me decía: ‘¡No, no! ¿Qué es esto?’; pero Él, que es omnipotente, me volvió a decir: ‘Soy Yo, Jesús, y te amo’; y me lo dijo una tercera vez. En aquel instante yo ya no pude pensar más que en el Amor de Él. ¡Supe que Él existía, que era real y que ahí estaba! ¡Lloré tanto de amor! No puedo explicar la sensación, porque es como decirle los colores a un ciego de nacimiento; es imposible. Es sobrenatural. En ese momento yo entendí que Jesús dejó a las 99 ovejas para buscarme a mí. Dios nunca me dijo: violador, prostituto, travesti o drogadicto. Él solamente me dijo: ‘Hijo, te amo y te he estado esperando, mi pequeño’. ¡Y sentí tanto su amor…! Fue tan fuerte el encuentro que tuve con Dios que lloré casi una hora… y yo, levantando mi mirada hacia el crucifijo al que le había hablado con soberbia cuando llegué al retiro, le dije ahora: ‘Señor, Te ofrezco mi castidad si Tú me haces sentir este amor siempre; porque el amor que no me da una pareja, mamá, papá o amigos, Tú me lo estás dando todo, ¡en un momento me lo has dado!’… A partir de ahí me enamoré completamente de Dios. Después me confesé»
El testimonio de conversión de David Espitia en ‘El Buscador’ de Creo TV en agosto de 2023
Camino Católico.- David Espitia Lerma, originario de Ciudad de México, tiene 42 años de edad y desde hace 15 años radica en Celaya (Guanajuato, México). David es un hombre con una infancia llena de violencia y abusos. Las circunstancias lo condujeron a vivir una historia de terror envuelta en adicciones y desviaciones, incluso actos demoniacos. Pero también es el testimonio de su encuentro con Jesucristo y su conversión. Superó sus demonios, se llenó de amor, de ternura y de la Misericordia de Dios.