* «Los médicos dicen que a lo mejor por el modo en que evoluciona otra vez mi tumor, tengo probablemente 7 u 8 meses de vida. Médicamente hablando. Pero, cristianamente hablando, ¡quién sabe!, muchos años más, probablemente. No lo veo como una sentencia; eso es lo que dicen médicamente. Pero, si Dios lo quiere, 200 años más tendremos de padre… Hay gente que me dice: ‘Padre, espere un milagro’; y yo lo espero, pero voy a decirlo de una manera muy cruda, no lo necesito. Es decir: espero y creo que Dios puede hacer un milagro, creo que Dios puede curarme; pero no lo obligo a que lo haga… Yo lo llamo mi hermoso calvario, que el Señor me permite ofrecerle a Él. Lo ofrezco en primer lugar por mi propia salvación; lo he ofrecido por la consolidación de la fraternidad Apóstoles Misioneros de la Palabra; y lo he ofrecido por la Iglesia, por lo que está pasando en la Iglesia actualmente… Prefiero un ministerio corto en santidad, que largo en mediocridad. Y el tiempo que Dios me permita lo voy a vivir al máximo»
Vídeo testimonio del padre Emmanuelle Cueto Ramos transmitido en directo el pasado 3 de Noviembre de 2020, en el cual cuenta su estado de salud y como vive unido a Dios su enfermedad
* «Me gustaría ser recordado como un sacerdote muy alegre, con mucha chispa; y quiero que en mi tumba diga así: ‘Amó profundamente la Eucaristía, y buscó que otros también la amaran’… Mi petición final es que Dios me permita morir con los auxilios espirituales de un sacerdote. Señor, no me dejes ir, hazme sufrir hasta que llegué un sacerdote y me dé los auxilios espirituales completos. ¡Lo quiero todo: paquete premium, completo!… Cristo es la esperanza. Todo con Él, nada sin Él. No podemos pretender que todo salga con la fuerza del ser humano; algo hacemos, pero no llegamos a la plenitud sin Cristo… Muchas gracias por tanta gente que ha orado por mí. Son miles de personas que rezan por mí, por ejemplo en Europa: Alemania, Italia, Portugal. Hermanos que ni me conocen, pero que rezan por mi salud. Gracias por sus plegarias… Ojalá seamos capaces de influir en la sociedad, y que Dios nos bendiga a todos, y que un día podamos compartir juntos la Eucaristía en el Cielo. Allá podré ver, allá no habrá llanto ni dolor. Habrá gozo y paz en el Cielo, y allá es nuestra patria, no aquí»