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domingo, 9 de noviembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 9-11-2025: «No se apresuren ni sean superficiales cuando trabajen al servicio del Reino de Dios, excaven profundamente, solo así se puede construir una verdadera comunidad de fe»

* «Sólo con humildad y paciencia se puede construir, con la ayuda de Dios, una verdadera comunidad de fe, capaz de difundir la caridad, de favorecer la misión, de anunciar, celebrar y servir a ese Magisterio apostólico del que este templo es la primera sede»  

   

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Para Zaqueo, subir a las ramas significa reconocer sus propios límites y superar los frenos inhibidores del orgullo. De este modo, puede encontrar a Jesús, que le dice: `Hoy tengo que alojarme en tu casa’ (v. 5). Desde entonces, a partir de este encuentro, comienza para él una nueva vida (cf. v. 8).Jesús nos transforma, y nos llama a trabajar en la gran obra de construcción de Dios, modelándonos sabiamente según sus designios de salvación» 

 


9 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) En la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma, el Papa León XIV ha acudido esta mañana para presidir la Santa Misa  y recordar en su homilía el sentido espiritual de este templo, construido en el siglo IV, por voluntad del emperador Constantino, después de que, en el año 313, concediera a los cristianos la libertad de profesar su fe y practicar el culto:




“Al trabajar con todo nuestro empeño al servicio del Reino de Dios, no nos apresuremos ni seamos superficiales: excavemos profundamente, libres de los criterios del mundo, que con demasiada frecuencia exige resultados inmediatos porque no conoce la sabiduría de la espera. La historia milenaria de la Iglesia nos enseña que sólo con humildad y paciencia se puede construir, con la ayuda de Dios, una verdadera comunidad de fe, capaz de difundir la caridad, de favorecer la misión, de anunciar, celebrar y servir a ese Magisterio apostólico del que este templo es la primera sede”, ha subrayado el Pontífice.




León XIV habla de la “caridad”, recordando que también da forma a nuestro rostro como Iglesia “para que resulte cada vez más evidente para todos que ella es “madre”, “madre de todas las Iglesias”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:


SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DE

LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA LATERANENSE

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Basílica de San Juan de Letrán 

Domingo, 9 de noviembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica de Letrán ―de esta Basílica, catedral de Roma―, que tuvo lugar en el siglo IV, obra del Papa Silvestre I. La construcción se llevó a cabo por voluntad del emperador Constantino, después de que, en el año 313, concediera a los cristianos la libertad de profesar su fe y practicar el culto.

Recordamos este acontecimiento hasta el día de hoy: ¿por qué? Sin duda, para recordar con alegría y gratitud un hecho histórico muy importante para la vida de la Iglesia, pero no sólo eso. De hecho, esta Basílica ―Madre de todas las Iglesias―, es mucho más que un monumento y una memoria histórica, es «signo de la Iglesia viva, edificada con piedras escogidas y preciosas en Cristo Jesús, piedra angular (cf.1 P 2,4-5)» (Conf. Ep. Italiana, Premisas al Rito para la Bendición de los óleos y dedicación de iglesias y altares) y como tal nos recuerda que también nosotros «en este mundo servimos, cual piedras vivas, para edificarla (cf. 1 P 2,5)» (Const. dogm. Lumen gentium, 6). Por esta razón, como lo notaba san Pablo VI, en la comunidad cristiana ha surgido desde muy temprano la costumbre de aplicar el «nombre de Iglesia, que significa la asamblea de los fieles, al templo que los acoge» (Ángelus, 9 noviembre 1969). Es la comunidad eclesial, «la Iglesia, sociedad de creyentes, [que] atestigua en Letrán su estructura exterior más sólida y evidente» (ibíd.). Por lo tanto, con la ayuda de la Palabra de Dios, reflexionemos, mirando este edificio, sobre nuestro ser Iglesia.

En primer lugar, podríamos pensar en sus cimientos. Su importancia es evidente, hasta tal punto que, en cierto modo, resulta inquietante. Si quienes la construyeron no hubieran excavado en profundidad hasta encontrar una base lo suficientemente sólida sobre la que erigir todo lo demás, toda la construcción se habría derrumbado hace tiempo o correría el riesgo de derrumbarse en cualquier momento, por lo que nosotros, al estar aquí, también estaríamos en un grave peligro. Por suerte, quienes nos precedieron dotaron a nuestra catedral de cimientos sólidos, excavando en profundidad, con esfuerzo, antes de empezar a levantar los muros que nos acogen, y esto nos hace sentir hoy mucho más tranquilos.

Pero asimismo nos ayuda a reflexionar. De hecho, también nosotros, obreros de la Iglesia viva, antes de poder erigir estructuras imponentes, debemos excavar en nosotros mismos y a nuestro alrededor para eliminar todo material inestable que pueda impedirnos llegar a la roca desnuda de Cristo (cf. Mt 7,24-27). San Pablo nos lo dice explícitamente en la segunda lectura, cuando afirma que «el único cimiento válido es Jesucristo y nadie puede poner otro distinto» (3,11). Y esto significa volver constantemente a Él y a su Evangelio, dóciles a la acción del Espíritu Santo. De lo contrario, correríamos el riesgo de sobrecargar con estructuras pesadas un edificio con cimientos débiles.

Por eso, queridos hermanos y hermanas, al trabajar con todo nuestro empeño al servicio del Reino de Dios, no nos apresuremos ni seamos superficiales: excavemos profundamente, libres de los criterios del mundo, que con demasiada frecuencia exige resultados inmediatos porque no conoce la sabiduría de la espera. La historia milenaria de la Iglesia nos enseña que sólo con humildad y paciencia se puede construir, con la ayuda de Dios, una verdadera comunidad de fe, capaz de difundir la caridad, de favorecer la misión, de anunciar, celebrar y servir a ese Magisterio apostólico del que este templo es la primera sede (cf. S. Pablo VI, Ángelus, 9 noviembre 1969).

A este respecto, resulta esclarecedora la escena que nos presenta el Evangelio que se ha proclamado (Lc 19,1-10): Zaqueo, un hombre rico y poderoso, siente la necesidad de encontrarse con Jesús. Sin embargo, se da cuenta de que es demasiado pequeño para poder verlo, por lo que se sube a un árbol, con un gesto inusual e inapropiado para una persona de su rango, acostumbrada a recibir lo que quiere servido en bandeja, en la oficina de impuestos, como un tributo que le es debido. Aquí, en cambio, el camino es más largo y, para Zaqueo, subir a las ramas significa reconocer sus propios límites y superar los frenos inhibidores del orgullo. De este modo, puede encontrar a Jesús, que le dice: «Hoy tengo que alojarme en tu casa» (v. 5). Desde entonces, a partir de este encuentro, comienza para él una nueva vida (cf. v. 8).

Jesús nos transforma, y nos llama a trabajar en la gran obra de construcción de Dios, modelándonos sabiamente según sus designios de salvación. En los últimos años, la imagen de la “obra en construcción” se ha utilizado con frecuencia para describir nuestro camino eclesial. Es una imagen hermosa que habla de actividad, creatividad, compromiso, pero también de esfuerzo, de problemas por resolver, a veces complejos. Expresa el esfuerzo real y palpable con el que nuestras comunidades crecen cada día, compartiendo carismas y bajo la guía de los pastores. La Iglesia de Roma, en particular, da testimonio de ello en esta fase de la implementación del Sínodo, en la que lo que se ha madurado en años de trabajo exige ser sometido a confrontación y verificación “sobre el terreno”. Esto implica un camino arduo, pero no hay que desanimarse. Conviene, en cambio, seguir trabajando con confianza, para crecer juntos.

En la historia de este majestuoso edificio en el que nos encontramos, no han faltado momentos críticos, pausas, correcciones de proyectos en fase de desarrollo. Sin embargo, gracias a la tenacidad de quienes nos han precedido, podemos reunirnos en este lugar maravilloso. En Roma, aun con tanto esfuerzo, hay un gran bien que crece. No dejemos que el cansancio nos impida reconocerlo y celebrarlo, para alimentar y renovar nuestro ímpetu. Por lo demás, la caridad vivida da forma también a nuestro rostro como Iglesia, para que resulte cada vez más evidente para todos que ella es “madre”, “madre de todas las Iglesias”, o incluso “mamá”, como dijo san Juan Pablo II al hablar con los niños en este mismo día (cf. Discurso con motivo de la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, 9 noviembre 1986).

Finalmente, quisiera mencionar un aspecto esencial de la misión de una catedral: la liturgia. Es la «cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y […] la fuente de donde mana toda su fuerza» (Const. dogm. Sacrosanctum concilium, 10). En ella encontramos todos los temas que hemos mencionado: estamos edificados como templo de Dios, como su morada en el Espíritu, y recibimos fuerza para predicar a Cristo en el mundo (cf. ibíd., 2). El cuidado de la liturgia, en el lugar de la Sede de Pedro, debe ser por tanto, en modo tal que pueda proponerse como ejemplo para todo el pueblo de Dios, respetando las normas, prestando atención a las diferentes sensibilidades de quienes participan, según el principio de una sabia inculturación (cf. ibíd., 37-38) y al mismo tiempo en la fidelidad a ese estilo de solemne sobriedad típico de la tradición romana, que tanto bien puede hacer a las almas de quienes participan activamente (cf. ibíd., 14). Debe prestarse suma atención para que aquí la sencilla belleza de los ritos pueda expresar el valor del culto para el crecimiento armonioso de todo el Cuerpo del Señor. San Agustín decía que la “belleza no es otra cosa que amor, y el amor es vida” (cf. Sermón 365, 1). La liturgia es un ámbito en el que esta verdad se realiza de manera eminente; y deseo que quien se acerque al altar de la catedral de Roma pueda salir lleno de esa gracia con la que el Señor desea inundar el mundo (cf. Ez 47,1-2.8-9.12).

PAPA LEÓN XIV




Fotos: Vatican Media, 9-11-2025

Papa León XIV en el Ángelus, 9-11-2025: «El verdadero santuario de Dios es Cristo muerto y resucitado, único Redentor, que al transformarnos con su amor nos conduce al Padre»

* «Unidos a Cristo, también nosotros somos piedras vivas de este edificio espiritual (cf. 1 P 2,4-5). Somos la Iglesia de Cristo, su cuerpo, sus miembros llamados a difundir su Evangelio de misericordia, consuelo y paz por todo el mundo, mediante esa adoración espiritual que debe resplandecer por encima de todo en nuestro testimonio de vida»

     

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Expreso mi cercanía a las poblaciones de Filipinas afectadas por un violento tifón; rezo por los difuntos y sus familiares, por los heridos y los desplazados… Expreso mi vivo aprecio por todos aquellos que, en todos los niveles, se están comprometiendo para construir la paz en las diversas regiones marcadas por la guerra. En los días pasados, hemos rezado por los difuntos y, entre ellos, lamentablemente hay muchos que han muerto en los combates y bombardeos, a pesar de ser civiles, niños, ancianos y enfermos. Si se quiere realmente honrar su memoria, que cese el fuego y se ponga todo empeño en las negociaciones»

 

9 de noviembre de 2025.- (Camino Católico)  En un día en que Roma celebra la Fiesta de la Dedicación de San Juan de Letrán, catedral de la ciudad eterna, León XIV recuerda en su Ángelus dominical, en la plaza de San Pedro, que la verdadera grandeza de la Iglesia no está en sus piedras ni en su arte, sino en Cristo y en la comunidad de fieles que vive su Evangelio: “El verdadero santuario de Dios es Cristo muerto y resucitado. Él es el único mediador de la salvación, el único Redentor, Aquél que, al unirse a nuestra humanidad y transformarnos con su amor, representa la puerta que se abre de par en par para nosotros y nos conduce al Padre”.

“La adoración espiritual debe resplandecer por encima de todo en nuestro testimonio de vida” ha afirmado el Papa, para recordarnos que también nosotros somos piedras vivas de este edificio espiritual: “Somos la Iglesia de Cristo, su cuerpo, sus miembros llamados a difundir su Evangelio de misericordia, consuelo y paz por todo el mundo”.

Después de rezar el Ángelus, ante decenas de miles de fieles y peregrinos, el Papa agradece a quienes se esfuerzan por construir la paz en los países que viven crecientes hostilidades. A continuación, dirige un pensamiento a Filipinas, afectada por el tifón Fung-wong, y hace suyo el mensaje de la CEI para el Día de Acción de Gracias, animando a cuidar la tierra y a combatir el desperdicio de alimentos. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN

PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro

Domingo, 9 de noviembre de 2025

Hermanos y hermanas: ¡Buen domingo!

En el día de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, contemplamos el misterio de unidad y de comunión con la Iglesia de Roma, llamada a ser la madre que cuida con esmero la fe y el camino de los cristianos de todo el mundo.

La Catedral de la Diócesis de Roma y sede del Sucesor de Pedro, como sabemos, no sólo es una obra de extraordinaria importancia histórica, artística y religiosa, sino que también representa la fuerza motriz de la fe confiada y custodiada por los apóstoles y su transmisión a lo largo de la historia. La grandeza de este misterio resplandece también en el esplendor artístico del edificio, que, en su nave central, alberga las doce grandes estatuas de los apóstoles, primeros seguidores de Cristo y testigos del Evangelio.

Esto exige una mirada espiritual que nos ayude a ver más allá de las apariencias externas, para comprender en el misterio de la Iglesia mucho más que un simple lugar, un espacio físico, una construcción hecha de piedras; en realidad, como el Evangelio nos recuerda en el episodio de la purificación realizada por Jesús en el templo de Jerusalén (cf. Jn 2,13-22), el verdadero santuario de Dios es Cristo muerto y resucitado. Él es el único mediador de la salvación, el único Redentor, Aquél que, al unirse a nuestra humanidad y transformarnos con su amor, representa la puerta (cf. Jn 10,9) que se abre de par en par para nosotros y nos conduce al Padre.

Y, unidos a Él, también nosotros somos piedras vivas de este edificio espiritual (cf. 1 P 2,4-5). Somos la Iglesia de Cristo, su cuerpo, sus miembros llamados a difundir su Evangelio de misericordia, consuelo y paz por todo el mundo, mediante esa adoración espiritual que debe resplandecer por encima de todo en nuestro testimonio de vida.

Hermanos y hermanas, debemos orientar nuestros corazones a esta mirada espiritual. Con frecuencia, las debilidades y los errores de los cristianos, junto con tantos estereotipos y prejuicios, nos impiden comprender la riqueza del misterio de la Iglesia. Su santidad, en realidad, no reside en nuestros méritos, sino en el «don del Señor [que] no se revoca jamás», que «con un amor que raya en la paradoja, elige una y otra vez como recipiente de su presencia las manos sucias del hombre» (J. Ratzinger, Introducción al cristianismo, Salamanca 2016, 286).

Caminemos, pues, con la alegría de ser el Pueblo santo que Dios ha elegido e invoquemos a María, Madre de la Iglesia, para que nos ayude a acoger a Cristo y nos acompañe con su intercesión.

Oración del Ángelus:  

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.


Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:


Queridos hermanos y hermanas:


Expreso mi cercanía a las poblaciones de Filipinas afectadas por un violento tifón; rezo por los difuntos y sus familiares, por los heridos y los desplazados.


Hoy la Iglesia en Italia celebra la Jornada del Agradecimiento. Me uno al mensaje de los obispos para alentar un cuidado responsable del territorio, la lucha contra el desperdicio de alimentos y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles. ¡Demos gracias a Dios por «nuestra hermana, la madre tierra» (S. Francisco de Asís, Cántico de las criaturas) y por quienes la cultivan y la custodian!


Saludo cordialmente a todos ustedes, romanos y peregrinos provenientes de Italia y de muchas partes del mundo, en particular a los jóvenes jesuitas polacos, a los fieles venidos de Varsovia y Gdansk en Polonia, Newark y Kearny en los Estados Unidos de América, Toledo y Galapagar en España y de Londres, así como al coro de los Regensburger Domspatzen.

Saludo a los miembros de la Acción Católica de la diócesis de Génova y a los grupos parroquiales de Cava Manara, Mede, Vibo Marina, Sant’Arcangelo di Potenza, Noto, Pozzallo y Avola, Cesenatico, Mercato San Severino, Crespano del Grappa y Noventa Padovana. Saludo al grupo de Manifestaciones Históricas del Lacio y a los voluntarios del Banco de Alimentos, que el próximo sábado, víspera de la Jornada Mundial de los Pobres, realizarán una colecta de alimentos.


Expreso mi vivo aprecio por todos aquellos que, en todos los niveles, se están comprometiendo para construir la paz en las diversas regiones marcadas por la guerra. En los días pasados, hemos rezado por los difuntos y, entre ellos, lamentablemente hay muchos que han muerto en los combates y bombardeos, a pesar de ser civiles, niños, ancianos y enfermos. Si se quiere realmente honrar su memoria, que cese el fuego y se ponga todo empeño en las negociaciones.


Deseo un feliz domingo para todos.


Papa León XIV


Fotos: Vatican Media, 9-11-2025

Santa Misa de hoy, domingo, Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, presidida por el Papa León XIV, 9-11-2025

 

9 de noviembre de 2025.- (Camino Católico En la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma, el Papa León XIV ha presidido la Santa Misa y ha recordado en su homilía el sentido espiritual de este templo, construido en el siglo IV, por voluntad del emperador Constantino, después de que, en el año 313, concediera a los cristianos la libertad de profesar su fe y practicar el culto. Además ha dicho que Jesús nos llama a trabajar en la gran obra de DiosEn el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.