* «Fui a San Giovanni Rotondo y me quedé allí unos días, fui temprano a Misa, y cuando me tocó confesarme, le conté al Padre Pio mis pecados. Luego dije: ‘A veces me siento tentado de ingresar al seminario’. Pensé que me iba a quitar esa tentación. Me miró con severidad y dijo: ‘¿Qué tentación? Has estado resistiendo el llamado de Dios durante tres años’. El Padre Pío no me dijo nada, pero me dio fuerzas para seguir el llamado»