* «Caminaba hacia mi silla cuando, de repente, puede ver como todos en esa habitación estaban conectados con todos los demás, y pude ver lo que pasaba en su interior, y en el mío. Fui abrumado por un amor gigantesco e inexplicable, una gran ola de empatía, hacia todo el mundo, hacia todo. Se repetía, y repetía, hasta que tuve que salir de la sala y sentarme en el pasillo. Nada había cambiado, y todo era nuevo, y sabía lo que había pasado y Quién lo había hecho. Y supe que era demasiado tarde. Acababa de hacerme cristiano… La verdadera libertad resulta ser renunciar a tu voluntad y seguir a Dios. Negarte a ti mismo. La puerta es estrecha y el camino angosto, y quizá siempre fracasemos recorriéndolo, pero ¿hay algún otro camino que lleve a casa»