14 de noviembre de 2019.- (Camino Católico) ¿Qué de malo tiene recurrir a la fecundación in vitro, también conocida como fecundación asistida, y por qué no “ayudar” a parejas que realmente quieren tener hijos y no pueden? En un video publicado en su
canal Teología para Millenials, el P. Mario Arroyo, doctor en Filosofía por la Universidad de la Santa Cruz de Roma y catedrático de la Universidad Panamericana en Ciudad de México, responde a esta inquietud.
El P. Mario Arroyo afirma que se debe “considerar la persona como un valor intangible, como un valor que no puedo supeditar a otro tipo de intereses”. “Nadie tiene derecho a tener hijos, los hijos son un don de Dios”, precisa, por lo que “no debo ver la vida como puedo ver un carro, un refrigerador, una casa, algo a lo que tengo derecho”.
El sacerdote, actualmente catedrático de la Universidad Panamericana en Ciudad de México, lamentó que se han dado casos “de personas que demandan a la compañía que les hizo el trabajo porque llegó el producto ‘defectuoso’”, como si se tratara de “una computadora o un coche”.
“Más grave es si tengo que recurrir a vientres de alquiler, porque estoy dañando el derecho del niño de tener una identidad clara. Puede ser que una madre sea la que gesta, otra la que dona el óvulo y otra la que lo manda a hacer. El niño puede tener tres madres”, asegura. “Eso claramente daña el derecho a tener un origen y se aprovecha de la miseria en la que se encuentran algunas mujeres para funcionar como vientres de alquiler”, asevera.
El P. Arroyo argumenta además que “para elegir el embrión que se va a implantar, el médico elige aquel que ve con más posibilidades, es una elección técnica entre varios. Cualquiera podría haber sido el elegido y el médico con unos criterios objetivos dice tú sí y los demás a la congeladora”. “Y esos seres humanos fecundados que están en el refrigerador van a estar ahí hasta que mueran”, lamenta, y asegura que “terminan tirándose a la basura cuando pierden su utilidad”.
Estos casos, indica, evidencian las “dificultades técnicas inherentes que dañan la dignidad de la persona” en la fecundación in vitro.
El sacerdote mexicano subraya que en estos casos “se subvierte la idea de que la vida humana es un don que tenemos que agradecer a Dios”, y explica que si a alguien Dios no le dio hijos “entiendo que es una situación muy difícil y siempre se puede recurrir a la adopción, y darle un hogar a los niños que no han podido tenerlo”.