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domingo, 8 de diciembre de 2024

«Tengo a un muerto resucitado frente a mí» dijo el médico que operó a Juwa Bosco, a quien un piedra le fracturó el cráneo, quedó paralítico y sin hablar: el milagro que hace santa a María Troncatti

Una escena de la beatificación de María Troncatti en 2012, pronto será canonizada

* Una noche entre finales de marzo y principios de abril de 2015, Juwa soñó con la hermana Maria Troncatti. Y describió su sueño con lujo de detalles. En su sueño, dijo, la religiosa, vestida de blanco, le aseguró que se recuperaría. De hecho, ella le prometió que a la mañana siguiente hablaría y caminaría

Camino Católico.- La beata María Troncatti (1883-1969), enfermera misionera de las Hijas de María Auxiliadora, será proclamada santa debido a un milagro asombroso en el que la Iglesia ha constatado su intervención, y el Papa lo ha confirmado con su firma el 25 de noviembre de 2024. El milagro sucedió en 2015, y ya en 2017 religiosas de esa congregación lo difundían desde Sucúa, Ecuador. Todo empezó con un terrible accidente. Lo cuenta P.J.Ginés en  Religión en Libertad.

En la misión shuar, los jíbaros que reducían cabezas

En la mañana del 2 de febrero de 2015, a las diez de la mañana, Juwa Bosco, agricultor y carpintero, con dos ayudantes y su hijo Romel, trabajaba en su bodega de Nuncui-Nunka, en la zona selvática de Ecuador, el territorio de misión que atienden hoy, como hace décadas, las hijas de María Auxiliadora.

Juwa Bosco pertenecía a la etnia shuar, que los españoles llamaron jíbaros, famosos por cortar antaño las cabezas de sus enemigos y reducirlas. Hay unas cien mil personas de esta etnia, y la mitad aún habla la lengua shuar. Es quizá expresivo que este milagro implique una herida en la cabeza.

Juwa Bosco trabajaba la madera con una esmeriladora de piedra. Sus compañeros se alejaron unos momentos a buscar ayuda. En ese momento, la máquina se rompió y un gran pedazo de piedra de la máquina amoladora golpeó la cabeza de Juwa Bosco. Rompió el cráneo, la masa encefálica quedó a la vista, y afectó una cuarta parte del cerebro.

Devoción popular entre los shuar de Ecuador por la misionera enfermera María Troncatti en 2012 con motivo de su beatificación

Huesos del cráneo en un pañuelo

Cuando Romel regresó encontró a su padre inconsciente y rodeado de sangre. Le envolvió la cabeza con una tela, recogió en un pañuelo los huesos despedazados y corrió al centro de las misioneras para pedir ayuda. Había bastante gente allí porque traían a los niños a hacer exámenes y les ayudaron. Pusieron al herido en una camilla y lo llevaron unos 2 kilómetros a la pista de aterrizaje de Yasnuka.

Allí llegó la ambulancia aérea, una avioneta, llamada desde Macas, con un médico a bordo. Cabe aquí recordar que la misma beata María Troncatti era una de esas enfermeras que acudía a los sitios selváticos en avioneta, y que de hecho murió en 1969 al estrellarse su avioneta.

Llevaron a Juwa Bosco al Hospital General de Macas, a media hora de vuelo. Allí los médicos, viendo que estaba muy grave, lo enviaron a un hospital más grande y equipado, el Hospital Regional de Ambato, donde llegó a las 17:30. "Lesión cerebral abierta con exposición de tejido cerebral, en escala Glasgow 6T de 15", declaró el cirujano, constatando que podía morir (en la escala Glasgow, cuanto más bajo, peor). De inmediato, los cirujanos se volcaron en una operación de cirugía que duró cuatro horas.

Casi paralizado, sin poder hablar

Pasó en cuidados intensivos 9 días en coma. Después, Juwa Bosco despertó. Primero lo veía todo rojo, y no reconocía a nadie ni podía hablar. Poco a poco comenzó a reconocer a las personas, pero con dificultades. El 19 de febrero de 2015 dejó el Hospital de Ambato, gravemente afectado: estaba paralizado, no podía levantarse, no podía apenas moverse y no podía hablar.

Su esposa Natalina y su hermana, Leticia, constataron que los médicos ya no podían hacer nada más. Alquilaron un apartamento en Macas, y con la ayuda de otras personas se volcaron en cuidarlo. Sólo se apoyaban ya en la fe, la esperanza y el cuidado basado en conocimientos sencillos de medicina. Juwa estuvo 8 meses en Macas.

En ese tiempo le visitaron amigos, parientes, el párroco, las religiosas... y todos decidieron confiar su causa a la intercesión celestial de la beata María Troncatti. Ella había sido enfermera y misionera, había vivido 40 años con los shuar y los había cuidado. En 2002, su intercesión había curado a una mujer ecuatoriana a las puertas de la muerte, así lo constató la Iglesia y así fue beatificada en 2012. Muchos amigos de Juwa habían estado en su beatificación 3 años antes.

Desde que supieron del accidente en Tutinensa (Tuutin Entza), lugar de origen de Juwa Bosco, las religiosas (profesoras allí) y su cuñada, Cecilia Ushap, habían orado a la beata María Troncatti.

Había gente que les decía que no tenía sentido rezar por el herido, que podía pasar el resto de su vida inválido o en estado vegetativo. Otros comentaban que los cuidados eran caros. Alguno sugería que era mejor morir. Solo recibió cuidados básicos, ninguna intervención de rehabilitación.

En Macas, Leticia puso en la puerta del dormitorio un gran cuadro de la beata misionera, de forma que el herido pudiera verlo.

En sueños, la beata misionera le habló y tocó

En esos días, en la noche entre finales de marzo y principios de abril de 2015, Juwa soñó con la hermana Maria Troncatti. Y describió su sueño con lujo de detalles.

En su sueño, dijo, la religiosa, vestida de blanco, le aseguró que se recuperaría. De hecho, ella le prometió que a la mañana siguiente hablaría y caminaría.

Después, ella le preguntó dónde le dolía. En el sueño, la monja, que había recorrido la selva con todo tipo de soluciones, le puso un ungüento en el cuello y en la pierna izquierda. Luego le preguntó: "¿Por qué no habla?" Y le dio un golpecito en la boca, asegurándole otra vez que al día siguiente hablaría y caminaría.

Después, como buscando una solución técnica, ¡preguntó al enfermo si tenía un caparazón de tortuga! En la selva sirven para muchas cosas, pero ella lo quería para tapar el agujero en el lado derecho del cráneo, donde faltaba el hueso craneal, una zona de 12 cm de diámetro y 5 cm de profundidad. Juwa le respondió que no tenía caparazón de tortuga.

Después, la religiosa le preguntó por un cuadro con la imagen de ella, que el herido tenía en su casa, pero doblado y colocado en un cartón. Le invitó a colocarlo delante de su cama. Tras darle estas instrucciones, la religiosa del sueño se despidió.

María Troncatti, con gafas, sostiene la cabeza de una paciente en una operación odontológica en los años 60.

A la mañana siguiente

La recuperación fue instantánea: esa mañana, al despertar, Juwa inmediatamente sintió que estaba curado. Ya no le dolía la pierna. Pidió a su esposa, con señas, que lo ayudara a caminar, primero con muletas, muy pronto sin ellas. También empezó a hablar, a decir palabras, ese mismo día.

Cuatro días después, el 5 de abril de 2015, con la ayuda de su cuñado, fue a la Catedral de la Purísima en Macas. Volvió el 6 de julio de 2015, él solo, para participar en la Eucaristía.

El médico que lo operó, cuando vio su recuperación, se mostró completamente desconcertado. "Tengo a un muerto resucitado frente a mí", dijo. Lo volvió a ver en 2017, estaba perfectamente curado. Caminaba, hablaba, movía bien el brazo y trabajaba.

"Lo hemos visto y podemos decir que de verdad Dios es grande y se toma cuidado de los pequeños que confían en Él", escribían doña Fanny Tones y sor Gladys Ruiz en su testimonio de 2017, publicado en 2018 en “Il Cielo risponde” (n. 42).

De enfermera en la Guerra Mundial a misionera en la selva

La canonización de María Troncatti ha llenado de alegría a los católicos de todo Ecuador, a la Familia Salesiana, al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, a la diócesis italiana de Brescia (donde nació la misionera) y al Vicariato Apostólico de Méndez (Ecuador), donde vivió las misiones.

Troncatti entró en las Hijas de María Auxiliadora en 1908 y durante la Primera Guerra Mundial trabajó como enfermera de la Cruz Roja en hospitales militares. Sobrevivió a unas inundaciones en las que pensó que podía morir y prometió irse a misiones: llegó a Ecuador con unos 40 años, ya en 1922.


María Troncatti

Como misionera enfermera fundó dispensarios y hospitales en la selva, entrenó a más enfermeras y parteras y defendió la dignidad de las mujeres fundando familias cristianas, en una cultura indígena donde la mujer era vista como una propiedad. También educó en la cultura cristiana de la paz y el perdón a los shuar, que tradicionalmente eran violentos y muy vengativos.

María Troncatti, hacia los años 30, en la misión shuar con una muchacha indígena

Murió en accidente aéreo en 1969, en un bimotor que despegaba de Sucúa hacia Cuenca (Ecuador). Hubo un fallo en el motor y el piloto intentó un aterrizaje forzoso, pero la avioneta se partió en dos. Sólo murió la misionera, pero hubo otros cinco heridos. Tenía 86 años al morir, y llevaba 45 en el Amazonas.

Pierluigi Cameroni, postulador general de su causa, señala que "la canonización de María Troncatti es un signo de esperanza por su fuerte testimonio de transmisión de vida y fe a las nuevas generaciones y a los pueblos indígenas de la selva amazónica, que se convirtió en su patria del corazón. Fue una mujer de reconciliación y de paz con el don de una maternidad que tocaba los corazones".

Dino Remedios era ateo, leía a Nietzsche; por mero aburrimiento, empezó a leer el Evangelio, se enganchó a Jesús y es profesor de Teología: «Dije: 'Señor, te creo, creo esto'. Y en mi corazón, deseé seguirle»


Dino Remedios es hoy profesor de Teología y padre de familia cristiana, pero en su juventud era ateo y no sabía nada de Cristo

* «Con el relato de la Resurrección tuve que detenerme y preguntarme: ¿es esto cierto? ¿Resucitó de entre los muertos, tal como dijo? ¿O no? Si no, es como cualquier otra historia del pasado. Pero si es cierto, tengo que hacer algo, tengo que responder de alguna manera. Y recuerdo bajar el Evangelio y decir a Dios, ‘sí, confío en ti, y te amo’. Fue como si los huesos secos se llenaran tejido de nuevo, y sentí que mi corazón herido, de muchacho, se sanaba»

Camino Católico.- Dino Remedios, filipino criado en EEUU, es hoy profesor de Teología en Maryland, EEUU, en una escuela de secundaria, Our Lady of Good Counsel High School. Durante muchos años no supo casi nada de cristianismo ni de la fe. No fue hasta 1997 que entró en la Iglesia de forma voluntaria y consciente. Él se había considerado ateo, un amargado lector de Nietzsche... hasta que, por mero aburrimiento, empezó a leer un evangelio. Lo ha explicado entrevistado en CHnetwork y lo ha traducido y sintetizado Pablo J. Ginés en Religión en Libertad.

Una familia de emigrantes, lejos de la Iglesia

Dino nació en Filipinas, pero cuando era pequeño, su madre, divorciada, con toda la familia de ella, se trasladó a Estados Unidos en 1980. Toda la familia que emigró se mantenía unida, con encuentros semanales, primos y tíos y abuelos, con sus comidas y costumbres filipinas en EEUU. Pero él siempre arrastró la herida del divorcio de sus padres.

Quizá por la emigración, quizá por algunas rupturas familiares más, Dino y su familia, aunque de cultura católica, no iban a la iglesia. "Mi única experiencia cristiana real de la infancia era la Navidad, quizá íbamos a misa una vez al año, teníamos algunos parientes que iban más", señala. "Yo iba creciendo, pero nunca pensé en Cristo, ni recibí catequesis", añade. Le habían bautizado de niño en Filipinas y ese era casi todo su catolicismo.

La Navidad sí era especial, recuerda. "Era un ancla profunda que me unía a algo hermoso, inocente, lleno de esperanza, algo redentor". Escuchar 'Noche de paz', ver la fiesta en la iglesia, el incienso, las campanas...

Militancia política, inquietud filosófica

En política, era más bien progresista y ya de adulto joven incluso hizo campaña puerta a puerta por Bill Clinton, el candidato demócrata.

Interesado en la política, conoció cristianos que actuaban en el mundo de la justicia social o la política... pero que nunca le hablaron de nada religioso, ni de Jesús ni de la fe. Él tampoco mencionaba el tema ni le interesaba.

Cuando empezó a estudiar Filosofía, se despertaron en él todo tipo de preguntas, sobre todo acerca de la verdad. Hoy cree que él buscaba algo espiritual en los comics, en el hip-hop rebelde, en la filosofía, en la cultura del monopatín...

Él no era realmente rebelde, pero sí le gustaban los retos, la actitud de "atrévete". Le gustaba probar los límites en las cosas "grandes" que le decían que merecían respeto, como el patriotismo, o la religión.

Cree que los cómics le abrieron la imaginación a lo maravilloso, al asombro de un horizonte más grande. Y eso le ayudaría a aceptar la fe.

Hoy considera que tenía un deseo de trascendencia y que sólo podía buscar en sí mismo, en cierto egocentrismo, porque no conocía nada más.

Ateo, toques de nihilismo y narcisismo

En la universidad ya se consideraba ateo y ya consideraba que la religión, como punto de partida, debía ser algo malo, sin haber investigado en realidad nada sobre el tema.

Quizá por ser hijo de divorciados, su actitud base ante la vida adulta era la desconfianza, con toques de nihilismo y narcisismo. "Yo hoy digo que entonces era narcisista, pero si me hubierais conocido os habría parecido simplemente un tipo simpático", dice.


Dino Remedios vivía haciendo muchos viajes, mucha tristeza y una añoranza de algo que no podía concretar

Un par de lecturas de Nietzsche le llevaron rápido a declarar "ni existe la verdad ni existe Dios".

Un primo suyo, en Navidad, le comentó algunas razones filosóficas para creer en Dios. A Dino no le convencieron, pero cree que al menos entró en su cabeza la idea de que existían argumentos racionales. "Yo tampoco era un ateo fervoroso, simplemente era mi situación 'por defecto'".

En su época universitaria fue de una universidad a otra. "Lo que la cultura decía que debía hacer un joven, yo lo hacía, y eso me llevó a drogas, sexo extramatrimonial, esas cosas, una vida hambrienta, malnutrida, y, en definitiva, una vida triste".

Muchos viajes, mucha tristeza y una añoranza de algo que no podía concretar. Todo eso lo distraía con conciertos, fiestas y algunas amistades.

Un año especial en Filipinas

Como su vida universitaria no tenía mucho orden, su madre contactó con su padre, quien lo invitó a ir a Filipinas un tiempo con él. Era la primera vez que tenía un padre de modelo, y no le disgustó. Allí conoció a la novia de su padre, que era católica practicante y le animaba a ir a misa. A él le fastidiaba, sólo quería pasar un año de fiesta en Filipinas, pero sí la acompañó a misa alguna vez.

En cierto momento, se dio cuenta de que todo le aburría. Filipinas era un país hermoso, era joven, descubría paisajes y cosas, y sin embargo se aburría.

Mirando a su alrededor, vio una Biblia en la estantería, y por mero aburrimiento la tomó. En el instituto las historias antiguas le parecían entretenidas, como los comics. ¿Por qué no leer algunas historias bíblicas para entretenerse?, pensó.

Y empezó a leer por el inicio del Evangelio de Mateo.

Leer el Evangelio sin saber nada de él

Comenzó por la genealogía. "Vale, bien, un montón de nombres, bueno, yo también tengo una familia numerosa. Sigamos leyendo". Y fue leyendo algo cada día, y le parecía interesante, y al cabo de una semana se decía: "Oye, la verdad es que este Jesús es realmente interesante".

Y una semana después pensaba: "Jesús habla a gente realmente idiota, ¿cómo es que no le entienden, cómo pueden ser tan ignorantes?".

"Y a la cuarta semana ya me di cuenta de que hablaba de mí. Y dejé el libro porque se me ponía la piel de gallina, y me puse existencial, no estaba listo para eso", reconoce.

Durante una semana no se atrevió a seguir leyendo, pero luego lo retomó, porque quería saber cómo acababa todo. "Y me enamoré, sufría por el Maestro, y cuando llegó a la Cruz, fue realmente duro para mí, porque tenía que ver qué le pasaba".

Dino Remedios

La gran pregunta: ¿esto es cierto?

"Con el relato de la Resurrección tuve que detenerme y preguntarme: ¿es esto cierto? ¿Resucitó de entre los muertos, tal como dijo? ¿O no? Si no, es como cualquier otra historia del pasado. Pero si es cierto, tengo que hacer algo, tengo que responder de alguna manera. Y recuerdo bajar el Evangelio y decir, simplemente: 'Señor, te creo, creo esto'. Y, simplemente, en mi corazón, deseé seguirle. Y ese fue el momento de gracia que yo recuerdo siempre..."

Recuerda que al decir a Dios, "sí, confío en ti, y te amo", fue "como si los huesos secos se llenaran tejido de nuevo, y sentí que mi corazón herido, de muchacho, se sanaba".

Aprender a ser cristiano

Tras esa experiencia, se la comentó a su padre. "Ha pasado esto la semana pasada y ya sé qué quiero hacer con mi vida. Quiero los sacramentos, la confirmación, la comunión, vamos allá".

Él pensó que no necesitaba catequesis, que con el Evangelio y su experiencia ya bastaba. Pensó que dos semanas bastarían para recibir los sacramentos. Le costó 2 años, y pasó por dos catequesis distintas, una en California y otra en Luisiana. Fue a una conferencia Steubenville (de adoración y alabanza de estilo carismático católico, muy popular entre los jóvenes) y perseveró en una parroquia pequeña y sencilla. Conoció varios estilos de fe, y todos le gustaban.

A María por Maximiliano Kolbe

En 1997 por fin hizo la Confirmación, con San Maximiliano Kolbe como su santo de confirmación, que le ayudó a crecer en su devoción mariana.

"Este tipo en concreto, Maximiliano Kolbe, me ha dado un testimonio concreto de cómo puede ser la vida de Cristo aquí en la Tierra, y él estaba completamente dedicado a Nuestra Señora", se dijo al conocer su historia. Con María, aceptó también plenamente la comunión de los santos.

Finalmente, estudió en la Universidad Franciscana de Steubenville (la FUS), donde conocería a la que hoy es su mujer. Allí leyó la Consagración a la Virgen de San Luis María Grignion de Monfort porque Juan Pablo II había declarado que ese libro fue clave en su vida espiritual. Esa consagración a María sigue guiando hoy la vida de Dino y su familia.

En la Franciscana de Steubenville pudo dar rienda suelta a sus ganas de conocer más de la Biblia, la doctrina y la historia de la Iglesia. Y después siguió estudiando Teología y supo que quería ser profesor.

Pese a todo lo que ha aprendido, él señala que desde sus primeras lecturas del Evangelio le asombró la profunda humanidad y sabiduría de todo lo que Jesús enseñaba, que hace que quiera crecer más y más en amor y fidelidad. Dice que quien quiera hablar con él de Teología o con dudas de fe, puede escribirle (en inglés) a dinoremedios@gmail.com .

Vídeo en el que Dino Remedios cuenta su testimonio en inglés

Matthieu, bombero en el fuego de Notre Dame: «Abandoné la fe al no entender cómo Dios permite el sufrimiento. En el incendio, la cruz brillaba en medio de las llamas y salí convertido de la Catedral, reconciliado con Cristo»


Los bomberos de París al entrar en la catedral en llamas, donde se aprecia la cruz «que brillaba con luz propia»

* «Puedo decir ahora que la presencia de Nuestro Señor estaba ahí para consolarnos. Fue una señal del cielo, una visión que cambió mi vida. He vuelto a ir a misa varias veces por semana. He vuelto a rezar, veo muchas películas para ponerme al día con muchas cosas que no he aprendido durante toda esta vida sin el Señor. También me he confirmado y me alegra acompañar a alguien al catecumenado. Pero, sobre todo, estoy mucho más atento al Señor y veo todos los signos que nos envía a través de los demás. Tengo el corazón abierto y trato de darme. Me alegra mucho dar mi tiempo a los demás. Me gusta escuchar a los demás porque veo que la gente necesita hablar, pero sobre todo necesita ser escuchada. No siempre es fácil, lo tengo que admitir, pero es realmente lo que la gente necesita en este momento»

Camino Católico.- «Frente a mí se encontraba el altar y la famosa cruz (...) La cruz brilló intensamente. ¡Pero, ojo! No estaba iluminada. Era la propia cruz la que difundía la luz. ¡Solo la veíamos a ella! Entonces experimenté una gran paz, y sentí que no debía tener miedo». Quien así habla es uno de los bomberos que entró en la catedral de Notre Dame de París en la noche de aquel aciago 15 de abril de 2019. Le ha relatado su experiencia a la revista Famille Chrétienne y a Les 7 routes Notre-Dame, un portal francés dedicado a las peregrinaciones religiosas y lo traduce y sintetiza Álex Navajas en El Debate.

Ha preferido mantenerse en el anonimato, y la página web le identifica con el nombre de Matthieu. Cuando llegó con el resto de los bomberos a la explanada del templo catedralicio en llamas, se quedó muy sorprendido al ver «a un montón de gente de rodillas, orando. ¡Fue muy impresionante! Cantaban, oraban. Los vimos devastados. ¡Estaban increíblemente unidos! Fue muy hermoso», rememora el bombero.

Matthieu iba a misa cuando era un niño. «Incluso era monaguillo», recuerda. «Luego, al ver todas las abominaciones que te puedes encontrar como bombero, además del dolor de las personas, abandoné la fe. No entendía cómo Dios podía permitir tal desolación», relata Matthieu, en una historia vital que recuerda a la de tantas otras personas que se apartan de Dios al experimentar el sufrimiento. «Sí, lo dejé todo. No entendía por qué Nuestro Señor permitía eso. Dudé durante muchos, muchos años. Pero el día del incendio, por asombroso que parezca, fui rescatado, y salí de la catedral convertido», subraya. El rescate de Matthieu, por supuesto, en medio de las llamas de Notre Dame, fue espiritual.

Salvar el tesoro de la catedral

Pero regresemos a la noche del incendio. Cuando la dotación de bomberos en la que estaba Matthieu llegó a Notre Dame, «la aguja del tejado seguía en pie». «Sin embargo, cuando se derrumbó, se decidió recuperar los objetos del tesoro de la catedral, los cuales son de un valor incalculable», prosigue el bombero. «Reliquias, la corona de espinas, clavos de la crucifixión de Nuestro Señor, pero también custodias y otros objetos litúrgicos», enumera. Con todo su equipo, «seguimos al conservador hasta la sala del tesoro. El objetivo era salvar el mayor número posible de obras, con el mayor cuidado que pudiéramos», desvela.

Unos bomberos, durante la operación contra el fuego en Notre Dame

Cuando entró en el templo envuelto en llamas, «había un inmenso agujero en el techo». Fue entonces cuando pudieron ver la cruz resplandeciente. «Me quedé al menos 10 o 15 segundos atónito ante esta visión... Me sentía totalmente unido de corazón a corazón con esta cruz. Luego volví a trabajar. En ningún momento me sentí en peligro, y esto fue un detonante para mi reconciliación con Nuestro Señor», señala Matthieu. Ver a todos los fieles orando frente al templo envuelto en llamas «ya le había preparado» para lo que vendría después. «Puedo decir ahora que la presencia de Nuestro Señor estaba ahí para consolarnos. Fue una señal del cielo», señala rotundo.

¿Se trató realmente de un hecho milagroso, de una experiencia subjetiva, o de un simple reflejo de las llamas sobre la cruz dorada? Para Matthieu, curtido en numerosas operaciones contra el fuego, fue «una visión que cambió mi vida». Ciertamente, el bombero no iba predispuesto aquella noche para tener ningún tipo de «vivencia espiritual», y su destreza adquirida en labores de extinción de incendios nos hacen suponer que no es un hombre fácilmente impresionable. Esta dilatada experiencia, además, le servirá sin duda para distinguir cuándo las llamas se reflejan o cuándo no. Máxime cuando otros objetos dorados de la catedral permanecían en la penumbra mientras la cruz refulgía.

Otra perspectiva de los bomberos en el momento de acceder al templo parisino

Desde que el bombero «salió de la catedral convertido», ha vuelto a ir a misa. «¡Por supuesto que voy!», enfatiza. «Si es posible, varias veces por semana. He vuelto a rezar, veo muchas películas para ponerme al día con muchas cosas que no he aprendido durante toda esta vida sin el Señor», agrega. «También me he confirmado y me alegra acompañar a alguien al catecumenado. Pero, sobre todo, estoy mucho más atento al Señor y veo todos los signos que nos envía a través de los demás. Tengo el corazón abierto y trato de darme. Me alegra mucho dar mi tiempo a los demás. Me gusta escuchar a los demás porque veo que la gente necesita hablar, pero sobre todo necesita ser escuchada. No siempre es fácil, lo tengo que admitir, pero es realmente lo que la gente necesita en este momento», observa Matthieu.

«Cada mañana empiezo mi día con el Señor», confiesa el bombero. «No siempre es fácil, pero intento aprovechar bien este tiempo. Si lo hacéis, veréis cómo nos tranquiliza y el Señor nos irá moldeando. Así que no lo dudéis», invita Matthieu. Su conversión no se ha limitado solo a él: «Mi madre está volviendo a misa, y mis seres queridos están en proceso», señala.

La cruz quedó intacta tras el incendio de más de nueve horas. Se trata de una obra realizada en madera recubierta de oro por el escultor Marc Couturier, uno de los más importantes de Francia en el siglo XIX. Se puede encontrar una explicación racional a por qué la cruz no sufrió daños especialmente graves con las llamas, y es que la temperatura que alcanzó el interior del templo catedralicio no supero los mil grados necesarios para que el oro se funda. Donde sí se produjo un cambio radical fue en el alma del bombero Matthieu. Parece que Dios puede hacer brotar, de las cenizas, nuevas conversiones.