2 de enero de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
jueves, 2 de enero de 2025
2025. Se ha abierto la puerta del jubileo de la esperanza: Que este año acojamos con corazón grande el amor y misericordia de Dios / Por P. Carlos García Malo
miércoles, 1 de enero de 2025
Papa Francisco en homilía, 1-1-2025: «Como María, Madre de Dios, proteger la vida, hacernos cargo de la vida herida, dignificar la vida de cada ‘nacido de mujer’»
* «Aprendamos a cuidar de toda criatura nacida de una mujer, sobre todo protegiendo el don precioso de la vida, como lo hizo María: la vida en el vientre materno, la vida de los niños, la de aquellos que sufren, la vida de los pobres, la vida de los ancianos, la de quienes están solos, la de los moribundos. Y hoy, en la Jornada Mundial de la Paz, todos estamos llamados a aceptar esta invitación que brota del corazón materno de María. Por eso, ‘pido un compromiso firme para promover el respeto de la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, para que toda persona pueda amar la propia vida y mirar al futuro con esperanza' (Mensaje para la LVIII Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2025)»
Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa
* «Es hermoso pensar que María, la joven de Nazaret, nos conduce siempre al misterio de su Hijo, Jesús. Ella nos recuerda que Jesús viene en la carne y, por eso, el lugar privilegiado donde es posible encontrarlo es sobre todo en nuestra vida, en nuestra humanidad frágil, en la de quienes pasan a nuestro lado cada día. Invocándola como Madre de Dios, afirmamos que Cristo ha sido generado por el Padre, pero nació verdaderamente del vientre de una mujer. Afirmamos que Él es el Señor del tiempo, pero habita este tiempo nuestro, también este nuevo año, con su presencia de amor. Afirmamos que Él es el Salvador del mundo, pero podemos encontrarlo y debemos buscarlo en el rostro de todo ser humano. Y si Él, que es el Hijo de Dios, se hizo pequeño para ser abrazado por una madre, para ser cuidado y alimentado, entonces significa que hoy Él sigue viniendo en todos aquellos que necesitan del mismo cuidado; en cada hermana y hermano que encontramos y que requiere atención, escucha y ternura»
1 de enero de 2025.- (Camino Católico) El término «nacido de mujer», contenido en la segunda lectura de la Carta de San Pablo a los Gálatas, ha guiado la homilía de Francisco en la Misa celebrada, en la Basílica de San Pedro, ante 5.500 fieles, con ocasión de la Solemnidad de María Santísima y de la Jornada Mundial de la Paz.
Al invocarla como Madre de Dios, afirmamos que Cristo es el Salvador del mundo, pero podemos encontrarlo y debemos buscarlo en el rostro de cada ser humano. «Confiémosle, entonces, este nuevo año que comienza a María, Madre de Dios, para que también nosotros aprendamos como Ella a encontrar la grandeza de Dios en la pequeñez de la vida», afirmó Francisco. «Para que aprendamos a cuidar a toda criatura nacida de mujer, sobre todo protegiendo el don precioso de la vida». En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:
SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA MADRE DE DIOS
LVIII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCESCO
Basílica de San Pedro
Miércoles, 1 enero 2025
Al comienzo de un nuevo año que el Señor nos concede, es hermoso poder elevar la mirada de nuestro corazón a María. Ella, siendo Madre, nos evoca la relación con el Hijo; nos remite a Jesús, nos habla de Jesús, nos orienta hacia Jesús. De ese modo, la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, nos introduce nuevamente en el misterio de la Navidad. Dios se hizo uno de nosotros en el vientre de María y a nosotros, que abrimos la Puerta Santa para dar inicio al Jubileo, hoy se nos recuerda que «María es la puerta a través de la cual Cristo entró en el mundo» (S. Ambrosio, Epístola 42, 4: PL VII).
El apóstol Pablo sintetiza este misterio afirmando que «Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer» (Ga 4,4). Estas palabras —“nacido de una mujer”— resuenan hoy en nuestro corazón y nos recuerdan que Jesús, nuestro Salvador, se hizo carne y se revela en la fragilidad de la carne.
Nacido de una mujer. Esta expresión nos remite ante todo a la Navidad: el Verbo se hizo carne. El apóstol Pablo especifica que nació de una mujer, como si sintiera la necesidad de recordarnos que Dios se hizo verdaderamente hombre a través de un vientre humano. Hay una tentación, que atrae hoy a muchas personas y que puede seducir también a muchos cristianos: imaginar o fabricarnos un Dios “abstracto”, vinculado a una vaga idea religiosa, a alguna agradable emoción pasajera. En cambio, es real, es humano: nació de una mujer, tiene un rostro y un nombre, y nos llama a relacionarnos con Él. Cristo Jesús, nuestro Salvador, nació de una mujer; tiene carne y sangre; procede del seno del Padre, pero se encarna en el vientre de la Virgen María; viene de lo alto del cielo, pero habita en las profundidades de la tierra; es el Hijo de Dios, pero se hizo Hijo del hombre. Él, imagen de Dios omnipotente, vino en la debilidad; y aun sin haber conocido el pecado, «Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro» (2 Co 5,21). Nació de una mujer y es uno de nosotros; precisamente por eso Él puede salvarnos.
Nacido de una mujer. Esta expresión nos habla también de la humanidad de Cristo, para decirnos que Él se revela en la fragilidad de la carne. Se encarnó en el vientre de una mujer, naciendo como todas las criaturas, de esa manera Él se muestra en la fragilidad de un Niño. Por eso los pastores, cuando fueron a ver con sus propios ojos lo que el Ángel les había anunciado, no hallaron signos extraordinarios ni manifestaciones grandiosas, sino que «encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Encontraron a un niño indefenso, frágil, necesitado del cuidado de su madre, necesitado de pañales y de alimento, de caricias y de amor. San Luis Grignion de Montfort decía que la Sabiduría divina «no quiso, aunque hubiera podido hacerlo, entregarse directamente a los hombres, sino que prefirió comunicárseles por medio de la Santísima Virgen, ni quiso venir al mundo a la edad del varón perfecto, independiente de los demás, sino como niño pequeño y débil, necesitado de los cuidados y asistencia de una Madre» (Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, 139). Y en toda la vida de Jesús podemos ver esta elección de Dios, la elección de la pequeñez y el ocultamiento; Él no cederá nunca al esplendor del poder divino para realizar grandes signos e imponerse sobre los demás como le había sugerido el diablo, sino que revelará el amor de Dios en la belleza de su humanidad, habitando entre nosotros, compartiendo la vida ordinaria hecha de fatigas y de sueños, mostrando compasión por los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, abriendo los ojos de los ciegos y reanimando a los extraviados de corazón. Compasión. Las tres actitudes de Dios son misericordia, cercanía y compasión. Dios se hace cercano, misericordioso y compasivo. No olvidemos esto. Jesús nos muestra a Dios por medio de su humanidad frágil, que se hace cargo de los frágiles.
Hermanas y hermanos, es hermoso pensar que María, la joven de Nazaret, nos conduce siempre al misterio de su Hijo, Jesús. Ella nos recuerda que Jesús viene en la carne y, por eso, el lugar privilegiado donde es posible encontrarlo es sobre todo en nuestra vida, en nuestra humanidad frágil, en la de quienes pasan a nuestro lado cada día. Invocándola como Madre de Dios, afirmamos que Cristo ha sido generado por el Padre, pero nació verdaderamente del vientre de una mujer. Afirmamos que Él es el Señor del tiempo, pero habita este tiempo nuestro, también este nuevo año, con su presencia de amor. Afirmamos que Él es el Salvador del mundo, pero podemos encontrarlo y debemos buscarlo en el rostro de todo ser humano. Y si Él, que es el Hijo de Dios, se hizo pequeño para ser abrazado por una madre, para ser cuidado y alimentado, entonces significa que hoy Él sigue viniendo en todos aquellos que necesitan del mismo cuidado; en cada hermana y hermano que encontramos y que requiere atención, escucha y ternura.
Confiémosle entonces este nuevo año que comienza a María, Madre de Dios, para que también nosotros aprendamos como Ella a hallar la grandeza de Dios en la pequeñez de la vida; para que aprendamos a cuidar de toda criatura nacida de una mujer, sobre todo protegiendo el don precioso de la vida, como lo hizo María: la vida en el vientre materno, la vida de los niños, la de aquellos que sufren, la vida de los pobres, la vida de los ancianos, la de quienes están solos, la de los moribundos. Y hoy, en la Jornada Mundial de la Paz, todos estamos llamados a aceptar esta invitación que brota del corazón materno de María: proteger la vida, hacernos cargo de la vida herida —hay tanta vida herida—, dignificar la vida de cada “nacido de mujer”; es la base fundamental para construir una civilización de la paz. Por eso, «pido un compromiso firme para promover el respeto de la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, para que toda persona pueda amar la propia vida y mirar al futuro con esperanza» (Mensaje para la LVIII Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2025).
María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos espera precisamente ahí, en el belén. También a nosotros, como a los pastores, nos muestra al Dios que nos sorprende siempre, que no viene en el esplendor de los cielos, sino en la pequeñez de un pesebre. Encomendémosle a ella este nuevo año jubilar, entreguémosle a ella los interrogantes, las preocupaciones, los sufrimientos, las alegrías y todo lo que llevamos en el corazón. ¡ella es madre! Confiémosle a ella el mundo entero, para que renazca la esperanza, para que finalmente florezca la paz en todos los pueblos de la tierra.
La historia nos cuenta que, en Éfeso, cuando los obispos entraban en la iglesia, el pueblo fiel, con bastones en la mano, aclamaban: “¡Madre de Dios!”. Seguramente los bastones eran la promesa de lo que les sucedería si no hubieran declarado el dogma de la “Madre de Dios”. Hoy nosotros no tenemos bastones, pero tenemos corazones y voces de hijos. Por eso, todos juntos, aclamamos a la Santa Madre de Dios. Todos juntos: “¡Santa Madre de Dios!”, tres veces. Juntos: “¡Santa Madre de Dios! ¡Santa Madre de Dios! ¡Santa Madre de Dios!”.
Francisco
Fotos: Vatican Media, 1-1-2025
Papa Francisco en el Ángelus, 1-1-2025: «En el corazón de María, nuestra Madre, late la esperanza por la redención y la salvación de toda criatura ¡Qué inhumana es la guerra, que destroza el corazón de las madres!»
* «¡Madres! Las madres tienen siempre en el corazón a sus hijos. Hoy, en este primer día del año, dedicado a la paz, pensemos en todas las madres que están alegres en el corazón, y en todas las madres que tienen el corazón lleno de sufrimiento, porque sus hijos han sido arrebatados por la violencia, por la arrogancia, por el odio. ¡Qué bella es la paz!»
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Expreso mi reconocimiento y gratitud a todos aquellos que en las numerosas zonas de conflicto trabajan por el diálogo y la negociación. Oremos para que cesen los combates en todos los frentes y se realice un esfuerzo decidido por la paz y la reconciliación. Pienso en la atormentada Ucrania, en Gaza, en Israel, en Myanmar, en Kivu y en tantos pueblos en guerra. Hermanos, hermanas, la guerra destruye, ¡destruye siempre! La guerra es siempre una derrota, siempre»
1 de enero de 2025.- (Camino Católico) El Papa Francisco ha denunciado este miércoles la crueldad de la guerra, que también destroza el corazón de las madres cuyos hijos han sido víctimas del odio y la violencia. El Santo Padre ha dirigido unas palabras a las madres en su reflexión previa al rezo del Ángelus con ocasión de la Solemnidad de María Madre de Dios y de la 58° Jornada Mundial de la Paz.
“¡Madres! Las madres tienen siempre en el corazón a sus hijos. Hoy, en este primer día del año, dedicado a la paz, pensemos en todas las madres que están alegres en el corazón, y en todas las madres que tienen el corazón lleno de sufrimiento, porque sus hijos han sido arrebatados por la violencia, por la arrogancia, por el odio. ¡Qué bella es la paz! ¡Y qué inhumana es la guerra, que destroza el corazón de las madres!”, ha expresado Francisco.
Ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco reflexiona sobre el evangelio del día, que narra la llegada de los pastores a la gruta de Belén para ver al Niño Jesús recién nacido. “Este encuentro llena de estupor a todos, porque los pastores ‘dieron a conocer lo que se les había dicho acerca de este niño’: el recién nacido es el ‘salvador’, el ‘Mesías’, el ‘Señor’”, explica. En ese sentido, el Pontífice invita a reflexionar “sobre lo que los pastores vieron en Belén, es decir, el Niño Jesús, y también sobre lo que no vieron, es decir, el corazón de María, que custodiaba y meditaba todas estas cosas”.
“Ante todo, el Niño Jesús: este nombre hebreo significa ‘Dios salva’, y es precisamente esto lo que hará. En efecto, el Señor vino al mundo para darnos su propia vida. Pensemos en esto: todos los hombres son hijos, pero ninguno de nosotros ha elegido nacer. En cambio, Dios ha elegido nacer por nosotros. Dios ha elegido. Jesús es la revelación de su amor eterno, que trae la paz al mundo”, afirma.
El Papa Francisco explica que “el corazón de María, la Virgen Madre, corresponde al Mesías recién nacido, que manifiesta la misericordia del Padre. Este corazón es el oído que escuchó el anuncio del Arcángel; este corazón es la mano de la esposa entregada a José; este corazón es el abrazo que envolvió a Isabel en su vejez. En el corazón de María, nuestra Madre, late la esperanza; late la esperanza por la redención y la salvación de toda criatura”.
“A la luz de estas reflexiones —dijo el Papa Francisco—, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Sé permanecer en silencio para contemplar el nacimiento de Jesús? ¿Y cómo puedo corresponder a un don tan grande con un gesto gratuito de paz, de perdón, de reconciliación? Cada uno de nosotros encontrará algo que hacer, y esto nos hará bien”. “Que María, la Santa Madre de Dios, nos enseñe a conservar en nuestro corazón la alegría del Evangelio y a testimoniarlo en el mundo”.
Culminado el rezo de la oración mariana, el Papa Francisco se refirió a la Jornada Mundial de la Paz, que tiene lugar cada 1 de enero, para agradecer “todas las iniciativas de oración y de compromiso por la paz promovidas en todo el mundo por las comunidades diocesanas y parroquiales, por las asociaciones, por los movimientos y grupos eclesiales”.
“Expreso mi reconocimiento y gratitud a todos aquellos que en las numerosas zonas de conflicto trabajan por el diálogo y la negociación. Oremos para que cesen los combates en todos los frentes y se realice un esfuerzo decidido por la paz y la reconciliación. Pienso en la atormentada Ucrania, en Gaza, en Israel, en Myanmar, en Kivu y en tantos pueblos en guerra. Hermanos, hermanas, la guerra destruye, ¡destruye siempre! La guerra es siempre una derrota, siempre”, exclama.
Fotos: Vatican Media, 1-1-2025
Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, de hoy, miércoles, solemnidad de Santa María, Madre de Dios, 1-1-2025
Foto: Vatican Media, 1-1-2025
1 de enero de 2025.- (Camino Católico) En la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, día en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz, el Papa ha presidido la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, ante 5.500 fieles. En su homilía, Francisco ha invitado a “como María, Madre de Dios, proteger la vida, hacernos cargo de la vida herida, dignificar la vida de cada ‘nacido de mujer’”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.
Homilía del P. Javier Martín y lecturas de la Misa de hoy, miércoles, Santa María, Madre de Dios, 1-1-2025
1 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Homilía del P. Javier Martín, FM, y lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles, Santa María, Madre de Dios, emitida por Magníficat TV.
Santa Misa de hoy, miércoles, Santa María, Madre de Dios, 1-1-2025
1 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles, Santa María, Madre de Dios, presidida por el P. Javier Martín, FM, emitida por Magníficat TV.
Misterios Gozosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 1-1-2025
1 de enero de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy miércoles, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.
Palabra de Vida 1/1/2025: «A los ocho días, le pusieron por nombre Jesús» / Por P. Jesús Higueras
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 1 de enero de 2025, miércoles, Santa María, Madre de Dios, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Lucas 2, 16-21:
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Homilía del evangelio de Santa María, Madre de Dios: Jesús con su Madre ha configurado de forma decisiva su humanidad / Por P. José María Prats
* «El evangelio que hemos proclamado nos narra este rito diciendo que le pusieron el nombre de Jesús, según el ángel había indicado a María antes de su concepción. Jesús significa en hebreo Dios salva, y ésta es, pues, la síntesis de la vocación de este Niño: restablecer la comunión entre Dios y los hombres para devolvernos así la vida de la gracia y liberarnos del yugo del pecado»
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
Números 6,22-27 / Salmo 66 / Gálatas 4, 4-7 / San Lucas 2, 16-21
P. José María Prats / Camino Católico.- En esta solemnidad del primer día del año concurren varias cosas:
Por una parte terminamos la octava de Navidad durante la cual hemos ido profundizando en los diferentes aspectos del misterio de la Encarnación y del Nacimiento del Hijo de Dios.
Según la ley judía, al octavo día del nacimiento debía circuncidarse a los varones. Con este rito se incorporaban al pueblo judío y recibían un nombre. El nombre para Israel tenía un significado muy profundo: no era una mera palabra convencional para llamar a alguien, sino que representaba la identidad más profunda de una persona y su misión en favor de su pueblo. El evangelio que hemos proclamado nos narra este rito diciendo que le pusieron el nombre de Jesús, según el ángel había indicado a María antes de su concepción. Jesús significa en hebreo Dios salva, y ésta es, pues, la síntesis de la vocación de este Niño: restablecer la comunión entre Dios y los hombres para devolvernos así la vida de la gracia y liberarnos del yugo del pecado.
Pero la gran protagonista de hoy es la Virgen María, a quien recordamos en su advocación más importante y más antigua: la de Madre de Dios, proclamada solemnemente en el Concilio de Éfeso en el año 431. Esta advocación es muy importante porque subraya la realidad de la Encarnación. El Hijo de Dios se ha hecho plenamente hombre naciendo de una mujer con la que ha mantenido un vínculo físico, psicológico y espiritual estrechísimo. De la misma manera en que la relación con nuestra madre ha marcado nuestra personalidad, la relación de Jesús con su Madre ha configurado de forma decisiva su humanidad.
Y a partir de aquí y teniendo en cuenta que Jesús es la Cabeza de la Iglesia y los cristianos el Cuerpo, podemos entender un poco mejor la maternidad espiritual de María en relación con nosotros: Quien ha configurado la humanidad de la Cabeza es lógico que configure también a los miembros del Cuerpo como hombres y mujeres nuevos a imagen de Cristo.
Finalmente, en la primera lectura, tomada del libro de los números, hemos escuchado cómo Dios enseñó a los sacerdotes de Israel a bendecir a su pueblo. Esta bendición de Dios ha llegado a su plenitud en Jesucristo en quien hemos sido bendecidos «con toda clase de bienes espirituales y celestiales» (Ef 1,3). Y entre estos bienes, el más preciado y más amenazado es el de la paz. Por ello, desde 1968 y por voluntad del papa Pablo VI, en este primer día del nuevo año, oramos pidiendo por intercesión de la Madre de Dios, el don de la paz: paz en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestra sociedad, en el mundo entero. Que se hagan realidad en nosotros las palabras del salmo 28: «El Señor bendice a su pueblo con la paz.»
P. José María Prats
Evangelio
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.
San Lucas 2, 16-21