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viernes, 13 de junio de 2008

El silencio desencadena los frutos / Autores: Conchi y Arturo

"El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz."
( Beata Teresa de Calcuta)


La sabiduría de la Madre Teresa de Calcuta nos enseña el verdadero camino práctico para poner la fe por obras. Personalmente debemos tener tiempo para el silencio y acoger la gracia de Dios en el corazón. Nada de lo que hagamos en grupos o parroquias como actividad dará frutos si no tiene como fundamento la suma de muchas oraciones personales realizadas en el silencio para el bien propio y común.

Poner la fe por obras es cumplir el primer mandamiento: Amar al Señor sobre todas las cosas. Quien ama desea tener relación con el amado. La oración personal es el motor de toda la vida espiritual. Jesús advierte a sus discípulos: "vosotros no podéis dar fruto si no permanecéis unidos a mí". (Juan 15, 4).

Acoger la fe y hacerla crecer en el Amor de Dios es algo que nos llevará toda la vida. El mejor bien que podemos aportar a nuestra comunidad es el de amarnos los unos a los otros como Dios mismo nos ama. Esa es la esencia de toda vocación cristiana.

El crecimiento personal en la fe se produce cuando aceptamos interiormente que somos débiles. Sólo Dios puede transformar con su Amor aquello que nos impide amar y entrar en comunión con los demás: egoísmo, orgullo, heridas emocionales, complejos, miedos, individualismo, autoritarismo...

María Armenteros, fundadora de la Comunidad de los Siervos de Cristo Vivo, cuenta como el Señor en su oración personal le pidió que tuviera tiempo para Él de silencio en el cual le mostraría las cosas que deseaba cambiar en ella. Cuando María tuvo el convencimiento interior de que el Señor le pedía ese tiempo añadido de silencio, ya predicaba por todo el mundo de forma masiva, realizando retiros y encuentros con laicos, sacerdotes y obispos.

Pero Dios siempre desea hacernos crecer más para poder utilizarnos como auténticos instauradores de su Reino. A María Armenteros el Señor le muestra cada día cosas que desea cambiar en ella y con la oración las va transformando. El Amor de Dios va apoderándose del corazón de María y la hace eficaz en cualquier servicio para su Iglesia.

La eficacia en el servicio es el Amor de Dios que damos a los demás con nuestra propia vida. El fruto debe ser que las personas tengan un encuentro y experiencia personal con el Amor del Señor y desde ese momento decidan convertirlo en el centro de su vida. Cuando somos nosotros los protagonistas de las actividades y la gente acude porque les caemos bien, somos divertidos, simpáticos, tenemos un lenguaje atractivo y una personalidad atrayente..., el resultado puede ser humanamente y en apariencia espectacular, pero vacio espiritualmente. Si nosotros somos el centro de la vida pastoral, no lo será Jesús. La evangelización consiste en eso, en llevar a las personas a sentirse amadas y amar a Dios.

Por eso, porque muchas veces hemos servido sin orar, nos sentimos vacíos y sin paz. El servicio es un fruto de la llamada del Amor de Dios en nosotros y para los hermanos. La beata Teresa de Calcuta lo resume así: "Dios no pretende de mí que tenga éxito. Solo me exige que le sea fiel. Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero, ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros".


Estamos llamados a ser como niños, a ponernos en el regazo de nuestro Padre para que nos alimente y nos haga crecer en la escucha de su voz para ser fieles a su voluntad. Por eso ahora te invitamos a que humildemente dejes que un niño oré por tí en el siguiente video en 1 minuto:

Ahora sigue orando ante el Santísimo Sacramento con fray Nelson Medina:

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