Entre los médicos, psicólogos, psiquiatras e incluso sacerdotes es bien conocido el llamado “síndrome post aborto” (“P.A.S”: “Post-Abortion-Syndrom”). Designa el cuadro patológico que comprende un conjunto de síntomas fisiológicos, psicológicos y espirituales desencadenados tras la realización de un aborto.
Afecta fundamentalmente a las mujeres que han abortado, pero también se verifica (en distintos grados) en todos los demás que han intervenido en el hecho: el padre de la criatura, los médicos y la persona que aborta. Los síntomas que se manifiestan están en relación directa con las razones por las cuales se abortó, el tiempo del embarazo, la relación entre los padres de la criatura, etc.
Especificando más detenidamente podemos enumerar los siguientes síntomas:
1.- Síntomas de pesar y dolor. Toda pérdida genera un estado de duelo; y es mucho más difícil superar el dolor de un aborto provocado que el de un aborto espontáneo, producido por la misma naturaleza, y esto por varias razones: la persona se sabe culpable de la pérdida, no tiene posibilidades de visitar el cuerpo del niño, ha existido un trabajo de autoconvencerse de que no se trataba de un ser humano (curiosamente este trabajo de autoconvencerse deja en la persona un mayor sentimiento de culpa, porque sabe que ha tenido que buscar argumentos para justificar un acto al que no le inclinaba espontáneamente su conciencia).
Cuando el dolor no se superan, conduce a la depresión. La depresión puede alterar el sistema inmunológico, y con esto se aumenta el riesgo de contraer infecciones e incluso, en casos extremos, se ha constatado el inicio de procesos cancerígenos. También ha ocurrido que personas, que han caído en estados depresivos agudos, se han transformado luego en personalidades psicóticas.
2.- Sentimiento de culpabilidad. En muchos estudios se ha observado que cuando no hay sentimiento de culpa, se suele dar una tendencia al alcohol o a la drogadicción; en cambio, cuando hay sentimiento de culpabilidad se suele caer en estados depresivos, que se manifiestan en grandes tristezas, llantos, visión negativa y pesimista del mundo circundante. Cuando el sentimiento de culpa es muy grande lleva a sentimientos de pánico y autodestrucción.
3.- La agresividad. Un efecto del conflicto desatado por el aborto es la agresividad de la mujer hacia los que han intervenido en el aborto: el médico, el novio o esposo, los parientes o amigos que la empujaron al acto, e incluso contra sí misma. De alguna manera descarga así el sentimiento de culpabilidad contra sí misma y el sentimiento de víctima respecto de los demás.
4.- Incertidumbre afectiva. Parte de las dudas en la toma de decisión sobre el aborto gira en torno al amor o deseo natural del niño del que está embarazada la mujer. Sabe intuitivamente, aunque no lo quiera hacer reflejo, que su acto abortivo contradice su amor natural.
5.- La interrupción abrupta del ciclo hormonal. En las mujeres hay ciclos y ritmos naturales relacionados con el embarazo y caracterizados por modificaciones en los procesos hormonales, que terminan de modo natural al culminar todo el proceso de la maternidad ; es decir, que van desde el momento de la ovulación hasta la finalización del tiempo de amamantamiento del bebe. Los cambios hormonales dictaminan alteraciones de orden físico, psicológico y emotivo. Cuando se interrumpe el proceso de modo abrupto, como ocurre en el aborto, tiene lugar en la mujer un trastorno notable, con efectos en todos esos órdenes: físico, afectivo, psicológico y relacional; estas perturbaciones pueden ir desde las depresiones en el orden emotivo, hasta la constatación médica de mayores tendencias a adquirir cáncer de mama, pasando por problemas de integración social y familiar.
6.- La “conciencia biológica”. Es una constatación de muchos psiquiatras. Cito el testimonio del psiquiatra Karl Stern: “No pocas veces vemos que en los casos en que una mujer comete un aborto artificial, digamos en el tercer mes de la gestación, este acto parece no tener consecuencias psicológicas. Sin embargo, seis meses después, precisamente cuando el bebé habría debido venir al mundo, el sujeto cae víctima de una grave depresión o incluso de una psicosis. Ahora bien, acerca de esto se observan dos circunstancias curiosas. La depresión se produce aun sin que la mujer se dé cuenta conscientemente de que “ahora es el momento en que habría debido nacer mi bebé”. Además, no es necesario que la mujer desapruebe el acto de interrupción del embarazo, ya que su profunda reacción de pérdida, (que no va necesariamente unida con una preocupación consciente por el parto fallido) coincide con el tiempo en que éste hubiera tenido lugar.
7.- El sentimiento de fracaso como madre y problemas relacionados. A veces, para llenar el vacío, tiene lugar un deseo vehemente de querer reemplazar al niño perdido; pero este deseo se mezcla con la sospecha y el temor de no saber desempeñarse como madre, o de no poder relacionarse con el bebé de manera correcta, o de no saber criarlo. También ocasiona miedo respecto de los hijos futuros, por ejemplo: miedo a maltratarlos; a veces esto ocasiona la decisión de no tener más hijos. Algunos estudios muestran también que algunas mujeres, que han abortado, tienen problemas reales para llevar adelante posteriores maternidades: tienen problemas para amamantar a sus hijos, reaccionan con miedo o agresividad ante el llanto de sus bebés, e incluso una especie de rechazo (ocasionado por el miedo), y como éste es percibido instintivamente por el bebé, genera sentimientos de abandono. A veces, como no quieren dañar al niño y tienen conciencia de no saber tratarlo, terminan mandándolo desde muy pequeño y sin ninguna necesidad a guarderías infantiles.
8.- Otros problemas. Los estudios a los que hacemos referencia indican también otros síntomas propios de este “síndrome”, como por ejemplo: alteraciones de diversa índole en el sueño (pesadillas persistentes), crisis de identidad, desconfianza, sentimiento de cinismo (conciencia de la inocencia perdida) e incluso, enfermedades psicosomáticas como anorexia y bulimia.
Por todo esto, hay que decir que los problemas ocasionados por el aborto no son de ninguna manera puramente emotivos y pasajeros, sino que tienen un fundamento real en la pérdida voluntaria y culpable de un ser humano indefenso sobre el que se tenía la responsabilidad de la maternidad/paternidad.
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Fuente: Fundación Vida
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