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domingo, 1 de junio de 2008

Eduardo Verástegui después de su película “Bella” convertido en firme defensor de la vida

El actor y productor mexicano Eduardo Verástegui de la película “Bella” se ha mostrado como un firme defensor de la vida, y ha demostrado su valentía con sus declaraciones en favor de los más indefensos. Su película obtuvo el People’s Choice Award en el Festival Internacional de Toronto. “En México, mi país, siempre hemos celebrado la vida, siempre hemos festejado a la familia, siempre hemos celebrado los valores, que es lo que nos caracteriza a los mexicanos”.

Verástegui, en su calidad de productor y personaje público, está empeñado en cambiar la imagen que se tiene de los latinos en Estados Unidos y el mundo entero con cintas que dignifiquen los valores, cultura y corazón de los hispanos, como lo hace en “Bella”, donde precisamente reprueba el tema del aborto.

“Estamos reuniéndonos con organizaciones de todo Estados Unidos, mayormente latinas, con la intención de dignificar al latino y exaltar sus valores familiares, al tiempo que les estoy presentando ‘Bella’. Y ahora, ¡qué tristeza que un grupo de personas ataquen a una personita indefensa! Si quieren ponerse con alguien, que peleen con alguien de su medida, pero no con una persona que no se puede defender, porque eso es de cobardes”, ha declarado.

Eduardo está interesado en producir películas que tengan el potencial de tocar la conciencia y los corazones de la gente, historias que eleven la dignidad de las personas. La misión que se ha propuesto Eduardo Verástegui es la de limpiar la imagen de los latinos en el mundo entero a través de las películas producidas por Metanoia Films.

Eduardo Verástegui empezó a trabajar a los 17 años cantando en un grupo que se llamaba “Kairo”. Viajes, discos, videos, telenovelas en México… La fama fue creciendo y cumpliéndose sus “sueños”. Ya sin el grupo siguió cantando como solista. En uno de sus viajes conoció un director de casting de la “Century Fox” y lo contrató para grabar películas en Hollywood.

Con 28 años y jornadas de estudio de ocho horas al día, en siete meses aprendió inglés. La maestra, para su sorpresa, resultó ser una católica convencida que sembró en él la inquietud por buscar la verdadera felicidad. “Después de doce años de carrera, de lograr todos esos sueños que pensé me iban a dar la felicidad, de haber llegado de un pueblo chiquito a Hollywood, de hacer una película en inglés, de tener doce managers, publicistas, agentes, abogados, todo tipo de personas trabajando para mí para lanzar el próximo “latin lover, Don Juan, casanova”; y de pronto ¡¡confundido porque no era feliz!! Y claro: mexicano, católico practicante; según yo practicaba porque iba a misa una vez al año y traía un Rosario colgado”. Así narraba hace poco su vida a un grupo de jóvenes que le escuchaban atentos.

“Si amas tanto a Dios como dices –le dijo la maestra–, llevas el rosario, tienes una Virgen en tu casa, vas a misa una vez al año y crees que lo estás sirviendo, ¿por qué le insultas tanto? Y ahí empezaron las lágrimas. Pasé tres meses llorando. Gracias a Dios me di cuenta de que estaba viviendo en una incoherencia total, en contradicciones continuas”, recuerda.

El consejo de un sacerdote le animó a constituir una productora de cine. “Allí donde está la oscuridad, ahí debes estar porque si Dios cerró los ojos ahí, necesitamos ser una luz en la oscuridad”, le sugirió esa persona.
En este proceso hubo un apoyo importante. El libro “Roma, dulce hogar” de Scott y Kimberly Hahn (ed. Rialp) le ayudó mucho a discernir. Y acabó con la idea de crear “Metanoia films”, “porque la palabra metanoia significaba conversion en griego, y eso es lo que me había sucedido”.

En noviembre de 2004, acuciado por las deudas, e invitado por el amigo sacerdote, fue a Roma, saludo a Juan Pablo y le presentó “Metanoia films”. Una semana después conoció a Sean, un católico que le compró parte de la compañía y le dio el dinero para hacer la película.

Como la temática lo exigía, antes de iniciar el rodaje de "Bella" decidió ir a una clínica de abortos para hablar con alguna chica. “Cuando llegué empecé a ver a estas chicas entrando. Niñas de 15 a 23 años, en su mayoría latinas… ¡No pude ni hablar! Obviamente ni decirles ‘Fíjate que estoy haciendo una película, me gustaría saber el dolor que traes para…’ ¡No pude! Me quedé mudo y lo único que hice fue observar la gente que estaba fuera tratando de convencerlas con sus panfletos, con todo lo que les estaban contando”.

Al final terminó hablando con una joven que le había reconocido. La llevó a otro sitio, y se pusieron a hablar y hablar. Eduardo le enseñó un video pro vida, le regaló cosas, le habló de la belleza de ser portadora de una vida… y al final la joven se subió al coche de su marido, y no aborto.

Al niño que nació le pusieron el nombre de Eduardo. Verástegui se encargó de que bautizaran al niño.
“Una de las excusas que tenían para abortar era que la niña anterior había salido con los ojitos un poco malos. El segundo hijo les salió con una burbuja en la cabeza y pensaron que el tercero también les iba a salir así. Y nada, gracias a Dios el tercero fue el que salió físicamente sano. Ha sido la cosa más bella que he hecho en toda mi vida…”
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Fuente: Fundación Vida

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