"Ellos han equivocado su vida, pero yo no puedo juzgar, no sé qué vida han tenido, en qué ambiente han crecido, qué les han enseñado... y puede ser que se conviertan algún día"
"Y me gusta también la oración continua: vivir en oración, hacer las cosas normales, de casa, y seguir lo que va sugiriendo el Espíritu Santo. Hay que pensar qué es lo que quiere Dios de mí en cada momento de mi vida"
17 de abril de 2009.-Esther Sáez está casada, tiene dos hijos, de 6 y de 8 años, y el 11 de marzo de 2004 fue víctima del sinsentido terrorista que asoló Madrid. Recientemente, fue a Roma a recoger el testigo de la JMJ de Madrid 2011, donde tuvo la oportunidad de conocer en persona a Benedicto XVI.
(Alfa y Omega) «La Jornada Mundial de la Juventud -reconoce Esther- ha sido siempre muy importante para nosotros, hemos seguido a Juan Pablo II incluso a Polonia. Yo le escribí una carta a Juan Pablo II después del atentado. Yo le quise expresar mi agradecimiento a Cristo, así que le escribí a él como su representante en la tierra. En mi corazón sentía un agradecimiento enorme por lo que ha hecho por mí, que me había salvado después de que ningún médico hubiera dado nada por mi vida. Los médicos dijeron que si salía con vida me quedaría tetrapléjica, y no lo estoy. Él me contestó diciendo que era una gracia haber reaccionado así».
Y es que, para Esther, todo momento es bueno para dar gracias: «Siempre hay un motivo para dar gracias. Lo que pasa es que tenemos que ponernos en camino para encontrarlo». En su camino personal ha jugado una importancia fundamental la fe, una fe que siempre ha querido pasar a otros, incluso antes del atentado, a través de la catequesis. Hoy guía a un grupo de 12 niños a encontrase con Jesús:
«Yo les digo que Dios es su Padre, que es su mejor Amigo, y que es el único que nunca les va a fallar. Que hasta su madre -y yo soy madre- puede fallarles alguna vez, pero que Dios nunca lo va a hacer. Es el que mejor consejo les va a dar, el que les va a enseñar el camino para ser felices. Ellos están empezando ahora a buscar sus ideales, y yo quiero presentarles a Cristo como ideal de vida».
La fe de Esther se alimenta, como no puede ser de otra manera, con la oración: «Aparte de hacer las oraciones habituales, me gusta mucho rezar el Padrenuestro; creo que en él está el resumen de la vida cristiana, y por eso Jesús nos lo enseñó. Es la mejor oración, lo mejor que le podemos decir a nuestro Padre. Y me gusta también la oración continua: vivir en oración, hacer las cosas normales, de casa, y seguir lo que va sugiriendo el Espíritu Santo. Hay que pensar qué es lo que quiere Dios de mí en cada momento de mi vida; y, si un día tengo muchos dolores, es porque eso forma también parte de los planes de Dios. Si un día me encuentro muy mal, pienso: Esto también está en los planes de Dios, ¡así que adelante!»
Pero lo más impactante de su testimonio es cuando se refiere a Dios como el Dios de los terroristas, y reconoce que «rezo mucho por ellos, de verdad, sobre todo en el sagrario. Ellos han equivocado su vida, pero yo no puedo juzgar, no sé qué vida han tenido, en qué ambiente han crecido, qué les han enseñado. Yo creo que se han equivocado, y que hasta el último momento hay esperanza, y puede ser que se conviertan algún día, o que su culpa pueda ser más liviana si yo rezo por ellos».
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