“Cuando abortas sientes abandono y silencio, nadie quiere escucharte”
"En mi caso, sufrirlo en silencio me llevó a ser un "muerto viviente": tenía ansiedad, pesadillas, culpabilidad, me autolesionaba mirando niños... Llegué a pegar a mi propio hijo, momento en el que decidí que tenía que buscar ayuda."
El perdón de Dios lo experimentó "un renacer impresionante. Era consciente de que Él me perdonaba. Después me confesaría."
18 de abril de 2009.- Se acaba de publicar en España "Rompiendo el silencio" (Editorial LibrosLibres), escrito por Esperanza Puente, que abortó hace quince años y hoy cuenta su experiencia de dolor y soledad. Además, la autora relata también casos de hombres y mujeres que ha conocido y que, al igual que ella, han sufrido el síndrome post-aborto. Esperanza Puente,madre soltera a los dieciocho, decidió abortar cuando, años después, volvió a quedarse embarazada. Arrepentida de aquella decisión, decidió poner todos sus esfuerzos en concienciar a la sociedad respecto al aborto. Su última iniciativa este libro, un testimonio en primera persona de una terrible realidad oculta que ahora sale a la luz. Publicamos dos entrevistas complementarias realizadas a Esperanza Puente y que dan una completa visión del libro, de su testimonio respecto al aborto y de su conversión y la importancia de su relación con Dios para rehacer su vida. Una de las entrevistas ha sido realizada por Alba y la otra por Zenit.
(Gonzalo Altozano / Alba)
18 de abril de 2009.- Se acaba de publicar en España "Rompiendo el silencio" (Editorial LibrosLibres), escrito por Esperanza Puente, que abortó hace quince años y hoy cuenta su experiencia de dolor y soledad. Además, la autora relata también casos de hombres y mujeres que ha conocido y que, al igual que ella, han sufrido el síndrome post-aborto. Esperanza Puente,madre soltera a los dieciocho, decidió abortar cuando, años después, volvió a quedarse embarazada. Arrepentida de aquella decisión, decidió poner todos sus esfuerzos en concienciar a la sociedad respecto al aborto. Su última iniciativa este libro, un testimonio en primera persona de una terrible realidad oculta que ahora sale a la luz. Publicamos dos entrevistas complementarias realizadas a Esperanza Puente y que dan una completa visión del libro, de su testimonio respecto al aborto y de su conversión y la importancia de su relación con Dios para rehacer su vida. Una de las entrevistas ha sido realizada por Alba y la otra por Zenit.
(Gonzalo Altozano / Alba)
-Abortar, ¿cómo afectó a su vida?
-Yo, que era alegre y simpática, me convertí en una persona miedosa, con cambios de humor, a la que se notaba que le faltaba algo. Los destrozos fueron enormes.
-Cuando abortó, ¿sabía lo que hacía?
-Supongo que era consciente de que iba a perder un hijo, pero no de las heridas a las que tendría que enfrentarme después.
-¿Heridas? ¿De qué tipo?
-Humanas y espirituales.
-Las espirituales…
-Las sufren todas las mujeres que abortan, incluso las que no creen. Mire, no somos carne andante y ya está, sino que nacemos con conciencia natural, de ahí que el aborto pase factura.
-Tener creencias, ¿ayuda?
-Sí, porque tienes la esperanza del perdón.
-¿Lo ha experimentado?
-El mío mismo y el de Dios.
-Hábleme del de Dios.
-El día que lo experimenté lo recuerdo, junto cuando di a luz, como uno de los más felices de mi vida. Fue un renacer impresionante. Era consciente de que Él me perdonaba. Después me confesaría.
-¿Llevaba mucho sin hacerlo?
-De la fe me había alejado para, supuestamente, vivir la vida y disfrutarla. Aquello me llevó a tomar decisiones que iban contra la fe. Y contra mí misma. Porque el aborto es contrario a la naturaleza de la mujer.
-El alejamiento, ¿fue total?
-Es verdad que durante un tiempo me aparté de la Iglesia, que dejé de practicar, que no me planteé cuestiones de fe…
-¿Pero…?
-Pero también es cierto que no dejé de sentir a Dios, protegiéndome en situaciones conflictivas y difíciles.
-En su regreso a la fe, ¿tuvo que ver que de niña le enseñaran cuál era el camino de vuelta?
-La formación que recibí en mi familia y en el Opus Dei me ayudaría a volver a la Iglesia, sí.
-Cuénteme de la casa en que nació.
-Era un hogar matriarcal y de práctica cristiana. En él convivíamos cuatro generaciones: la de mi bisabuela, la de mi abuela, la de mi madre y la mía. Aquellos años los recuerdo felices y de aprendizaje continuo.
-Su abuela le marcó, ¿no?
-Decía que por mucho que el viento zarandee un árbol, si éste tiene buenas raíces, ya se enderezará. Y tenía razón, se lo digo yo.
-¿Qué más decía?
-Que cada uno vamos en nuestra mortaja.
-O sea…
-Que no se nos va a pedir cuentas por lo que hayan hecho los demás, sino nosotros. Eso me ha ayudado a juzgar lo menos posible y a perdonar.
-Antes hablaba del Opus Dei. Sin embargo, pertenece al Camino Neocatecumenal.
-Cosas de Dios, que fue poniendo personas en mi camino para que me encontrara con el Camino.
-¿Qué ha aprendido allí?
-A ser libre, pero libre de verdad, libre para actuar bien.
-Su historia recuerda a la del hijo pródigo.
-La Iglesia me recibió como una madre, sin reprocharme nada.
-¿Y Dios?
-Como un padre, con los brazos abiertos, tratándome como si fuera única, como si el resto de la gente no existiera. Fue una experiencia… Ya digo, el día más feliz de mi vida.
-Habla de Dios. ¿Se atreve a hacerlo del demonio?
-A lo largo del siglo XX ha conseguido dos victorias.
-Primera victoria.
-Que lo malo se vea como bueno.
-¿Se refiere al aborto?
-Digamos que es un instrumento del que se sirve para lograr múltiples objetivos: destruir a la mujer, y al hombre, y a la familia, y a la vida…
-Segunda victoria.
-Que no se crea en él. Por eso va sin careta.
-Ante eso, ¿qué hacer?
-Confiar en el poder de la eucaristía. Y en el de la oración. Hay que rezar. Y rezar deprisa.
-¿Deprisa?
-Los que tenemos esperanza sabemos que el bien prevalecerá sobre el mal. Pero hasta entonces el mal seguirá campando a sus anchas y haciendo mucho daño. La lucha entre el bien y el mal ha de ser ya a cara descubierta.
-Yo, que era alegre y simpática, me convertí en una persona miedosa, con cambios de humor, a la que se notaba que le faltaba algo. Los destrozos fueron enormes.
-Cuando abortó, ¿sabía lo que hacía?
-Supongo que era consciente de que iba a perder un hijo, pero no de las heridas a las que tendría que enfrentarme después.
-¿Heridas? ¿De qué tipo?
-Humanas y espirituales.
-Las espirituales…
-Las sufren todas las mujeres que abortan, incluso las que no creen. Mire, no somos carne andante y ya está, sino que nacemos con conciencia natural, de ahí que el aborto pase factura.
-Tener creencias, ¿ayuda?
-Sí, porque tienes la esperanza del perdón.
-¿Lo ha experimentado?
-El mío mismo y el de Dios.
-Hábleme del de Dios.
-El día que lo experimenté lo recuerdo, junto cuando di a luz, como uno de los más felices de mi vida. Fue un renacer impresionante. Era consciente de que Él me perdonaba. Después me confesaría.
-¿Llevaba mucho sin hacerlo?
-De la fe me había alejado para, supuestamente, vivir la vida y disfrutarla. Aquello me llevó a tomar decisiones que iban contra la fe. Y contra mí misma. Porque el aborto es contrario a la naturaleza de la mujer.
-El alejamiento, ¿fue total?
-Es verdad que durante un tiempo me aparté de la Iglesia, que dejé de practicar, que no me planteé cuestiones de fe…
-¿Pero…?
-Pero también es cierto que no dejé de sentir a Dios, protegiéndome en situaciones conflictivas y difíciles.
-En su regreso a la fe, ¿tuvo que ver que de niña le enseñaran cuál era el camino de vuelta?
-La formación que recibí en mi familia y en el Opus Dei me ayudaría a volver a la Iglesia, sí.
-Cuénteme de la casa en que nació.
-Era un hogar matriarcal y de práctica cristiana. En él convivíamos cuatro generaciones: la de mi bisabuela, la de mi abuela, la de mi madre y la mía. Aquellos años los recuerdo felices y de aprendizaje continuo.
-Su abuela le marcó, ¿no?
-Decía que por mucho que el viento zarandee un árbol, si éste tiene buenas raíces, ya se enderezará. Y tenía razón, se lo digo yo.
-¿Qué más decía?
-Que cada uno vamos en nuestra mortaja.
-O sea…
-Que no se nos va a pedir cuentas por lo que hayan hecho los demás, sino nosotros. Eso me ha ayudado a juzgar lo menos posible y a perdonar.
-Antes hablaba del Opus Dei. Sin embargo, pertenece al Camino Neocatecumenal.
-Cosas de Dios, que fue poniendo personas en mi camino para que me encontrara con el Camino.
-¿Qué ha aprendido allí?
-A ser libre, pero libre de verdad, libre para actuar bien.
-Su historia recuerda a la del hijo pródigo.
-La Iglesia me recibió como una madre, sin reprocharme nada.
-¿Y Dios?
-Como un padre, con los brazos abiertos, tratándome como si fuera única, como si el resto de la gente no existiera. Fue una experiencia… Ya digo, el día más feliz de mi vida.
-Habla de Dios. ¿Se atreve a hacerlo del demonio?
-A lo largo del siglo XX ha conseguido dos victorias.
-Primera victoria.
-Que lo malo se vea como bueno.
-¿Se refiere al aborto?
-Digamos que es un instrumento del que se sirve para lograr múltiples objetivos: destruir a la mujer, y al hombre, y a la familia, y a la vida…
-Segunda victoria.
-Que no se crea en él. Por eso va sin careta.
-Ante eso, ¿qué hacer?
-Confiar en el poder de la eucaristía. Y en el de la oración. Hay que rezar. Y rezar deprisa.
-¿Deprisa?
-Los que tenemos esperanza sabemos que el bien prevalecerá sobre el mal. Pero hasta entonces el mal seguirá campando a sus anchas y haciendo mucho daño. La lucha entre el bien y el mal ha de ser ya a cara descubierta.
-¿Por qué escribir un libro contando tu propia experiencia de aborto? ¿Ayuda a cerrar la herida o a reabrirla?
-Lo he escrito para dar a conocer a la opinión pública una realidad social oculta y que se sepa lo que una mujer sufre cuando aborta. Los 23 años que lleva la ley del aborto funcionando en representan un fracaso y una lacra para la sociedad española. También he querido que, además de mi testimonio, aparecieran otros de hombres y mujeres que forman parte de mi vida y cuyo caso me afectó especialmente. Son casos además representativos de distintos ámbitos y circunstancias. Pero, insisto, lo he escrito sobre todo para expresar esta realidad: lo que se vive y se sufre antes, durante y después de un aborto provocado.
-¿Y qué se sufre?
-Antes del aborto, cuando una mujer está embarazada, sigue sintiéndose sola, indefensa y desamparada. Nadie le explica qué opciones tiene, que abortar no es una solución sino un gran problema, que hay gente que le puede ayudar en sus preocupaciones...
Durante el propio aborto se siente dolor y desgarro. Es como una herida mortal que te deja devastada por dentro, física y mentalmente.
Después de acabar con tu embarazo, lo que sientes es abandono, silencio y soledad. A nadie le interesa escuchar a la mujer e intentar ayudarle en su problema, lo cual es una losa añadida al síndrome post aborto que de por sí sufre. En mi caso, sufrirlo en silencio me llevó a ser un "muerto viviente": tenía ansiedad, pesadillas, culpabilidad, me autolesionaba mirando niños... Llegué a pegar a mi propio hijo, momento en el que decidí que tenía que buscar ayuda. Y mi caso no es algo aislado, cada día hablo con mujeres a las que les pasa lo mismo. Por esto mismo tenía que contarlo en un libro.
-Ante esto, ¿qué deberíamos hacer todos y qué debe hacer el Gobierno?
--La sociedad debería tomar conciencia, adquirir formación en este tema para no dejarse engañar con eufemismos sobre la vida y muerte.
El Gobierno, por su parte, también debe tomar conciencia de lo que significa un aborto provocado para la mujer, y tiene que realizar un ejercicio de honestidad moral y admitir que no existe una demanda social para esta medida. La realidad del aborto está ahí, las consecuencias las vemos todos. Espero sinceramente que no apruebe esta nueva Ley que tiene tanto interés en sacar adelante.
-¿Por qué?
-El problema de este proyecto de ley es que se ha hecho sin consenso, porque comenzó creándose un comité de expertos pro-aborto. Ante la crítica unánime de todos, que pedíamos un comité en el que se pudiera oír la voz pro-vida y pro-mujer, el Gobierno creó una subcomisión para que cada grupo parlamentario presentara a sus expertos y se sacaran conclusiones. Pero la única conclusión es que ha sido un paripé, yo he participado y nadie del Gobierno tuvo la educación o la decencia de escuchar mi testimonio. Además, una vez que se ha sabido qué es lo que el Gobierno quería aprobar, se comprende que no ha tenido en cuenta a todos los que participamos en esa subcomisión. Creo que ha sido un escándalo.
-¿A qué te dedicas actualmente? ¿Has entregado todo tu tiempo a esta causa?
-Soy portavoz de la Fundación REDMADRE, una red solidaria de apoyo a la mujer que se enfrenta a un embarazo inesperado con dificultades. Informamos completa y verazmente, y además ofrecemos opciones porque creemos que la información da libertad. Si la mujer no está informada, se le aboca a sufrir un aborto, como cordero llevado al matadero.
-¿Te ayuda personalmente a superar tu propio síndrome post-aborto escuchar a otras mujeres que pasan por lo mismo?
-Esperanza Puente: Sí, para mí es como una segunda liberación. Es cierto que cuando empecé a colaborar ya lo tenía superado, pero psicológicamente me ha ayudado.
-Lo he escrito para dar a conocer a la opinión pública una realidad social oculta y que se sepa lo que una mujer sufre cuando aborta. Los 23 años que lleva la ley del aborto funcionando en representan un fracaso y una lacra para la sociedad española. También he querido que, además de mi testimonio, aparecieran otros de hombres y mujeres que forman parte de mi vida y cuyo caso me afectó especialmente. Son casos además representativos de distintos ámbitos y circunstancias. Pero, insisto, lo he escrito sobre todo para expresar esta realidad: lo que se vive y se sufre antes, durante y después de un aborto provocado.
-¿Y qué se sufre?
-Antes del aborto, cuando una mujer está embarazada, sigue sintiéndose sola, indefensa y desamparada. Nadie le explica qué opciones tiene, que abortar no es una solución sino un gran problema, que hay gente que le puede ayudar en sus preocupaciones...
Durante el propio aborto se siente dolor y desgarro. Es como una herida mortal que te deja devastada por dentro, física y mentalmente.
Después de acabar con tu embarazo, lo que sientes es abandono, silencio y soledad. A nadie le interesa escuchar a la mujer e intentar ayudarle en su problema, lo cual es una losa añadida al síndrome post aborto que de por sí sufre. En mi caso, sufrirlo en silencio me llevó a ser un "muerto viviente": tenía ansiedad, pesadillas, culpabilidad, me autolesionaba mirando niños... Llegué a pegar a mi propio hijo, momento en el que decidí que tenía que buscar ayuda. Y mi caso no es algo aislado, cada día hablo con mujeres a las que les pasa lo mismo. Por esto mismo tenía que contarlo en un libro.
-Ante esto, ¿qué deberíamos hacer todos y qué debe hacer el Gobierno?
--La sociedad debería tomar conciencia, adquirir formación en este tema para no dejarse engañar con eufemismos sobre la vida y muerte.
El Gobierno, por su parte, también debe tomar conciencia de lo que significa un aborto provocado para la mujer, y tiene que realizar un ejercicio de honestidad moral y admitir que no existe una demanda social para esta medida. La realidad del aborto está ahí, las consecuencias las vemos todos. Espero sinceramente que no apruebe esta nueva Ley que tiene tanto interés en sacar adelante.
-¿Por qué?
-El problema de este proyecto de ley es que se ha hecho sin consenso, porque comenzó creándose un comité de expertos pro-aborto. Ante la crítica unánime de todos, que pedíamos un comité en el que se pudiera oír la voz pro-vida y pro-mujer, el Gobierno creó una subcomisión para que cada grupo parlamentario presentara a sus expertos y se sacaran conclusiones. Pero la única conclusión es que ha sido un paripé, yo he participado y nadie del Gobierno tuvo la educación o la decencia de escuchar mi testimonio. Además, una vez que se ha sabido qué es lo que el Gobierno quería aprobar, se comprende que no ha tenido en cuenta a todos los que participamos en esa subcomisión. Creo que ha sido un escándalo.
-¿A qué te dedicas actualmente? ¿Has entregado todo tu tiempo a esta causa?
-Soy portavoz de la Fundación REDMADRE, una red solidaria de apoyo a la mujer que se enfrenta a un embarazo inesperado con dificultades. Informamos completa y verazmente, y además ofrecemos opciones porque creemos que la información da libertad. Si la mujer no está informada, se le aboca a sufrir un aborto, como cordero llevado al matadero.
-¿Te ayuda personalmente a superar tu propio síndrome post-aborto escuchar a otras mujeres que pasan por lo mismo?
-Esperanza Puente: Sí, para mí es como una segunda liberación. Es cierto que cuando empecé a colaborar ya lo tenía superado, pero psicológicamente me ha ayudado.
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