* «Considero que es una gracia saludable para un cristiano pasar a través de un período de tiempo en el que tema acercarse a la comunión, tiemble ante el pensamiento de lo que está a punto de ocurrir y no deje de repetir, como Juan Bautista: «¿Y Tú vienes a mí?» (Mateo, 3,14). Nosotros no podemos recibir a Dios sino como «Dios», esto es, conservándole toda su santidad y su majestad. ¡No podemos domesticar a Dios! La predicación de la Iglesia no debería tener miedo –ahora que la comunión se ha convertido en algo tan habitual y tan «fácil»– de utilizar de vez en cuando el lenguaje de la epístola a los Hebreos y decir a los fieles: «Vosotros en cambio os habéis acercado a Dios juez universal…, a Jesús, Mediador de la nueva Alianza, y a la aspersión purificadora de una nueva sangre que habla mejor que la de Abel» (Hebreos 12, 22-24). En los primeros tiempos de la Iglesia, en el momento de la comunión, resonaba un grito en la asamblea: ‘¡Quien es santo que se acerque, quien no lo es que se arrepienta!’» | |
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domingo, 2 de junio de 2024
Homilía del Evangelio del Domingo: Si la fiesta de Corpus Christi «no existiera, habría que inventarla» / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
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