“Es muy simple. Los amo. Yo quiero hacer algo para mejorar su vida, ya que nuestra sociedad conservadora los rechaza. La difícil situación de los leprosos en nuestro país es tan lamentable que no se les permite extraer agua de un pozo… Si realmente quiere experimentar el amor de Dios, tendrá que salir de la maravillosa tierra de la vida religiosa y dedicar su vida a servir a los necesitados, compartiendo sus alegrías y dolores. Esto le forma como verdadero hijo o hija de Dios”

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