“No podemos, pues, quedarnos plantados, hay que abrir las compuertas de todas las acequias con la predicación y la celebración de los sacramentos para que los ríos de agua viva que manan del costado abierto del Señor resucitado inunden y fecunden la tierra, y el segador pueda recoger una cosecha fresca y abundante que compartirá eternamente su gloria”

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