"Creo que puedo definir mi llamada como una vocación relámpago. Transcurrió sólo un año desde mi primera peregrinación a Medjugorje en agosto de 2011 hasta mi petición de entrada al monasterio; en todo ese tiempo viviendo el creciente deseo de la oración, de comunión con María y Jesús... Al enfrentar la llamada de Dios se experimenta cierto temor al sentir que no eres digna… ¿Cómo podremos con todas nuestras limitaciones, nuestra debilidades, nuestras infidelidades, estar a la altura de la llamada y jugarnos por entero? Este ‘santo temor de Dios’, en quien se reconoce criatura frente al Autor de la vida, este sentirse pequeña, es el sentir que conoció la Virgen María y es precisamente a partir de esta humildad que sentimos la necesidad de pedir ayuda al Señor, como un niño que pide auxilio al padre"
martes, 23 de mayo de 2017
Nicoletta Falzoni, gerente comercial de una multinacional, decidió en Medjugorje abandonarlo todo para ser monja
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