* «Estoy en una lucha constante, mi prioridad es convertirme en la mejor versión de mi persona, alcanzar mi máximo potencial. ¿Y qué quiere decir esto? Convertirme en el hijo de Dios que Él quiere que sea. Eso es un trabajo de todos los días, que no termina hasta que mueres. Son tareas por medio de disciplinas espirituales para poder alcanzar la santidad a la cual Dios nos llama. ¡Somos llamados a ser santos!… Lo que sí podemos, debemos hacer, es pedirle a Dios la Gracia de la humildad, la pureza del corazón, que purifique nuestras intenciones. Y podemos estárselo pidiendo todos los días, porque en dos segundos se mancha el alma con un pensamiento o una mirada, y ya entró el enemigo que hace “lagartijas” mientras uno duerme. Sin embargo, si constantemente estamos invocando a Dios, constantemente le estamos pidiendo su Gracia, y nos apoyamos de los sacramentos, de la oración y del Rosario, pues estamos equipados, somos soldados de Dios. Básicamente, hay que estar siempre conscientes de que nos estamos jugando la eternidad. Y no sabemos en qué momento nos van a tocar la puerta, nadie nos garantiza que vayamos a llegar a los cien años. Más de 300 mil personas, creo, se mueren todos los días, de todas las edades; algún día seremos parte de esas 300 mil. Entonces, repito, que ese día estemos en estado de Gracia y “chambeando” para Dios»
lunes, 15 de marzo de 2021
Eduardo Verástegui, actor: «Soy un hijo de Dios que quiere estar con Él en el Cielo y para ello tengo que ser santo, con una vida de oración, contemplación y servicio a los demás»
* «Estoy en una lucha constante, mi prioridad es convertirme en la mejor versión de mi persona, alcanzar mi máximo potencial. ¿Y qué quiere decir esto? Convertirme en el hijo de Dios que Él quiere que sea. Eso es un trabajo de todos los días, que no termina hasta que mueres. Son tareas por medio de disciplinas espirituales para poder alcanzar la santidad a la cual Dios nos llama. ¡Somos llamados a ser santos!… Lo que sí podemos, debemos hacer, es pedirle a Dios la Gracia de la humildad, la pureza del corazón, que purifique nuestras intenciones. Y podemos estárselo pidiendo todos los días, porque en dos segundos se mancha el alma con un pensamiento o una mirada, y ya entró el enemigo que hace “lagartijas” mientras uno duerme. Sin embargo, si constantemente estamos invocando a Dios, constantemente le estamos pidiendo su Gracia, y nos apoyamos de los sacramentos, de la oración y del Rosario, pues estamos equipados, somos soldados de Dios. Básicamente, hay que estar siempre conscientes de que nos estamos jugando la eternidad. Y no sabemos en qué momento nos van a tocar la puerta, nadie nos garantiza que vayamos a llegar a los cien años. Más de 300 mil personas, creo, se mueren todos los días, de todas las edades; algún día seremos parte de esas 300 mil. Entonces, repito, que ese día estemos en estado de Gracia y “chambeando” para Dios»
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